Inicio Datos Curiosos Monseñor Jaime Prieto: El Hombre (Por: Orlando Olave Villanoba,...

Monseñor Jaime Prieto: El Hombre (Por: Orlando Olave Villanoba, Obispo de Tumaco)

Monseñor Jaime Prieto: El Hombre (Por: Orlando Olave Villanoba, Obispo de Tumaco)Dos hechos me llegan a memoria cuando inicio a escribir este semblante de Monseñor Jaime Prieto Amaya, que espero sea inspirador para muchos de nosotros.

 

El primero de mayo de 2006, caminábamos varios sacerdotes de la Diócesis de Barrancabermeja junto a Monseñor en la popular marcha de la clase obrera. El primero, de tipo personal, fue que se me acercó y en su acento bogotano, me dijo:  “!!! ala Orlando… y te vas para Roma No¡¡¡¡¡¡¡   (Unos meses después viaje a Roma para adelantar estudios de especialización en Teológica Pastoral)

 

El segundo fue una respuesta que le hicieron varios periodistas al terminar la marcha, ¿Monseñor Jaime y usted por que se mete a apoyar estas marchas… estos no son de izquierda y ateos?   Su respuesta fue ciertamente provocadora:    ¡Pues si no me quieren ver en estas marchas … que me nombren Arzobispo de Bogotá!          Algunos se miraron, otros simplemente nos reímos, entendimos que detrás de esta respuesta estaba su manera de ser Pastor, de ser Obispo.   Su pueblo le interesaba, su pueblo le dolía y por eso lo hacía.

 

 

El hombre de Iglesia

 

Del primer hecho, que no quiero profundizar, me queda esa forma desparpajada, sencilla y directa con que afrontaba muchas de las circunstancias de su vida que no se puede entender como superficial o desinteresada; por esto quiero quedarme en la segunda, que me parece ejemplifica su talante humano y cristiano: era un Obispo con una conciencia profundamente eclesial.

 

San Ireneo de Lyon escribió hace muchos años: “lo que no se asume no se redime” palabras que son retomadas en el siglo pasado por el concilio Vaticano II en la constitución pastoral Gaudium Et Spes:    “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”.     Creo que estas dos frases tan llenas de profundidad fueron un faro para el quehacer pastoral de Monseñor Jaime y nos permiten entender su modo tan especial de ser Pastor: Presbítero y Obispo.

 

El fue un hombre que siempre sintió con la Iglesia, quizá no siempre con la Iglesia institucional, pero si con la Iglesia, con la Iglesia pueblo de Dios, con ese rebaño que la misma madre Iglesia le había encomendado.     Fue un obispo que entendió que debía caminar con su pueblo: con los campesinos, con lo sindicalistas, con los líderes sociales, con los empresarios, con las familias, con los niños, y los jóvenes, con su rebaño, siempre pensado en el bien común, en llevarlos a Jesús.

 

 

El hombre con los pies en la tierra

 

Este modo de ser, insertado en la realidad que había con alegría asumido al aceptar este nombramiento como Obispo de Barrancabermeja, nos permite entender su proceder. Sin duda muchas veces sus  opciones no fueron entendidas por muchos —me incluyo—  quizá censurada por otros y hasta señalada —también por algunos en el seno de la Iglesia— de peligrosa y por diversos actores armados de derecha de subversiva.

 

Jamás para Monseñor fue esto un problema, él tenía clara su opción profundamente eclesial, que sin lugar a dudas por esa misma convicción que le daba aquel documento del concilio enunciado. Él entendía que al ser Obispo de Barrancabermeja, asumía su historia, sus luchas, sus triunfos y también sus derrotas.

 

Quizá en él podemos comprender estas frase del Papa Francisco que  «más vale una Iglesia herida por salir a la calle, que una sana escondida en la sacristía».

 

Monseñor entendía este riesgo. Unos años después en los viajes de regreso al lugar donde se hospedaba cuando participaba en un encuentro en Roma, me soltó una de esas frases lapidarias, pero que en su rostro expresaba todo lo que tenía por dentro:  “En ocasiones me siento incomprendido por mis opciones pastorales”. Y guardó silencio.   Pero a pesar de esa incomprensión jamás lo vi quejarse, siempre fue un ser humano de acción, de procesos, que era capaz de entender la realidad humana, pero que tenía muy claro su caminar pastoral, su tarea misionera.

 

 

El hombre místico

 

Una cosa si es clara en la vida de Monseñor Jaime, era un hombre místico, un hombre con una fuerte experiencia de Dios, que lo llevó incluso a colocar su propia vida en riesgo, pero esa experiencia le permitió colocarse siempre en las manos de Dios.

 

Unas palabras del Papa Francisco podrían ayudarnos entender a Monseñor Jaime:   “La mejor motivación para decidirse a comunicar el Evangelio es contemplarlo con amor, es detenerse en sus páginas y leerlo con el corazón. Si lo abordamos de esa manera, su belleza nos asombra, vuelve a cautivarnos una y otra vez. Para eso urge recobrar un espíritu contemplativo, que nos permita redescubrir cada día que somos depositarios de un bien que humaniza, que ayuda a llevar una vida nueva. No hay nada mejor para transmitir a los demás”.

 

Esta profundidad espiritual de Monseñor le dio una característica muy especial como es ser casi un adelantado a su época.    Muchas veces me he imaginado a Monseñor Jaime ejerciendo su ministerio episcopal con este pontificado de Francisco.

 

Cuanta alegría le hubiera provocado escuchar a nuestro Papa actual, cuantas veces él nos dijo que era necesaria una renovación de las estructuras pastorales. Cuanto nos insistía en esa tarea evangelizadora que debía emprenderse con alegría, cuanto amor le tenía a la Pastoral de la tierra y la promoción que hizo de esos procesos. Sí, fue un místico con los pies en la tierra, que nos impulsó a hacia una nueva evangelización.

 

 

El hombre buscador de paz

 

Finalmente, pero no menos importante, fue él un apóstol de la paz, con cuánta pasión hablaba de ello, con cuanta inteligencia creó procesos, dinamizó acciones, provocó estrategias que beneficiaron ese sueño, mejor, comprendía en profundidad que la paz era la mejor apuesta para el desarrollo de los pueblos.

 

Cuánto esfuerzo hizo para dinamizar en el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, cuanto vigor le imponía a la Comisión Diocesana de Vida, Justicia y Paz.

 

No olvidamos sus valientes declaraciones y homilías donde desarrollaba esa idea de construir una sociedad en paz y señalaba valientemente aquellos que se oponían a este sueño compartido.

 

Recordamos como participó en diversas comisiones de diálogo de paz, cuántos diálogos no emprendió con los actores armados, buscando siempre mediar en la consecución de acuerdos de paz que desescalaran la guerra en nuestros territorios.    También aquí fue incomprendido, no valorado suficientemente e incluso señalado, lo que le provocó momentos dolorosos y riesgosos a su seguridad física.     Nada de eso lo amilanó, al contrario, siempre encontró fuerzas en el Señor para seguir siendo mensajero de la paz, constructor de puentes y el hombre buscador de paz.

 

Gracias Monseñor Jaime.

 

 

Este artículo también lo puede leer en BVirtual “la nueva forma de escuchar radio” – para instalar la aplicación: Para Android – dar click aquí 

 

Los usuarios de Iphone pueden descargar la nueva forma de escuchar radio dando click aquí 

 

 

Le puede interesar: Colombia vendió $1,8 billones de sus reservas de oro antes de máximos históricos en su precio

 

Ratifican sanción contra Rodolfo Hernández y peligra su candidatura a la presidencia

 

Uso de tapabocas puede ser muy útil para evitar una creciente ola de contagio

 

Cámara de Comercio convoca a abogados a vincularse al Centro de Conciliación de la entidad

 

Barrancabermeja y San Vicente de Chucurí estarán en Travel Fest Colombia

 

Monseñor Jaime Prieto y los Programas de Desarrollo y Paz

 

Le quitan patrocinio por hablar mal del “uribismo”

 

Para leer más noticias de Barrancabermeja y el Magdalena Medio pueden dar click aqui

 

Comments

comments