En una época no muy lejana, las invitaciones para celebrar el día del periodista debían tener agenda, venían de todos lados, todos los sectores querían tener una atención con ese gremio tan “importante”, pero, sin lugar a duda, había una invitación que todos esperaban y que nadie quería perderse, era la invitación al “Desayuno de monseñor”, y era en la propia fecha, 9 de febrero, no importaba si caía sábado, domingo o festivo, esa fecha hacía parte importante de la agenda de monseñor Jaime Prieto Amaya, es más, supe de buena fuente, que en las reuniones diocesanas que se hacían antes de finalizar el año, para agendar las actividades del año siguiente, el 9 de febrero estaba marcado en negrilla, de esa actividad se ocupaba el señor obispo personalmente.