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Luis Fernando Merchán 60 años dedicado al comercio

Luis Fernando Merchán 60 años dedicado al comercio

Luis Fernando Merchán es un símbolo emblemático del comercio barranqueño. Toda su vida ha vivido en torno a las actividades comerciales y es un ejemplo de superación, lucha, esfuerzo y capacidad de trabajo.

BARRANCABERMEJA VIRTUAL, en reconocimiento a la vida y obre de este destacado hombre de negocios, comparte con sus lectores, una narración que -en primera persona- hace LUCHO MERCHAN de lo que ha sido su combativa existencia por lograr un liderazgo comercial y empresarial que a su vez, sirve de ejemplo para las presentes y futuras generaciones.

A continuación Luis Fernando Merchan nos cuenta su vida

A mis 70 años…

Nací en el 7 de diciembre de 1947, en un hogar campesino, en una vereda del municipio de Socorro, Santander. Mi padre murió cuando yo tenía tan solo un año, éramos 4 hermanos: Marcos, Maruja, Nepomuceno y Luis Fernando.

Mi madre, DOÑA  MARGARITA, una campesina que en ese entonces tenia 22 años, natural de Charala, trabajaba en la casa de la familia Galán Gómez como empleada de servicio doméstico; el dueño, de la casa que era el señor MARIO GALAN GOMEZ, quien fue presidente de ECOPETROL y padre del que después fuera la bandera del partido liberal, el político Luis Carlos Galán Sarmiento.

Luego de cinco años de estar en mi madre, trabajando con tan reconocida familia santandereana; mi madre se retira y decide trasladarnos a Bucaramanga, ciudad donde consigue una pieza en arriendo en un pasaje de la calle 48 # 21-16 ubicada en el barrio La Concordia. Allí iniciamos una nueva etapa de vida.

El dueño de aquella pieza era paisano de mi madre, le cobraba un arriendo mínimo por su calidad de paisanos; yo tenía para ese entonces diez años de edad y por física necesidad inicie la vida rebuscándome en las ventas.

Para colaborarle a mi madre en los gastos del hogar y de mis hermanos, un día cualquiera pedí a un amigo de mi madre un préstamo, que a la fecha de hoy no me acuerdo el valor exacto; al día siguiente, exactamente a las cuatro de la mañana, mi madre que seguía trabajando en diversas casas de familia, salió a su trabajo, y yo Salí para la plaza de San Francisco y compre seis piñas que era para lo que me alcanzaba el dinero prestado, las traje para la Plaza de la Concordia que quedaba de mi hogar y a las siete de la mañana de ese mismo día ya las había vendido todas y había ganado el doble de lo que me habían costado, desde ese momento me entusiasmé a seguir vendiendo.

Me dirigí con mi madre al día siguiente a donde el señor que me había realizado el préstamo y le cancele la deuda; con lo que me quedo de la deuda de esas seis piñas seguí realizando lo mismo durante unos dos años.

Para el año 1962 cuando me acercaba a los 15 años, tomamos la decisión de trasladarnos a la ciudad de Barrancabermeja; nos gastamos  tres días en ese viaje, ya que  para ese tiempo no existía la actual vía y tocaba por la vía que conduce a San Vicente que era un total camino de herradura, por consiguiente nos tocó caminar diez horas con las poquitas cosas que teníamos, para llegar a un transporte que nos trajo a esta calurosa ciudad, que para ese entonces tenía alrededor de cuarenta mil habitantes.

Al llegar a esta tierra con mi madre y mis tres hermanos menores, conseguimos una casa humilde frente a la sede campestre del Club Miramar, propiedad de DON TEODORO MELO GAITAN (Q.E.P.D); este señor al vernos en la pobreza en que nos encontrábamos nos aloja en dicha casa sin cobrarnos un solo centavo de arriendo, esta humilde casa no tenia servicio de agua, ni de energía.

Salí inmediatamente a buscar trabajo, para lo cual, me fui unos cuatro kilómetros arriba y encuentro unos tejares y le digo al señor que estaba allí que si me dejaba trabajar, a lo que dicho señor acepta e inicia a enseñarme el arte de la alfarería. A los seis meses de iniciar, ya tenía el conocimiento del proceso de hacer ladrillos, era un trabajo muy duro, pero como “el hambre tiene cara de perro”, decidí continuar.

Pasados dos años, un día cualquiera pase por la carrera diecisiete  con calle 52 al lado de  la droguería Caracas, en ese lugar se encontraba Don Pedro Rueda quien tenía una colchonería y fabricaba colchones de paja y algodón, lo que hoy llaman vende aguja; para ese tiempo ya tenía unos diecisiete años, hable con Don Pedro acerca de querer aprender ese oficio y que cuanto me cobraba; me dijo que empezara  y después hablábamos; y a los cuatro meses siguientes le pregunte que cuanto le debía por la enseñanza, a lo que Don pedro me responde: “No me debe nada pelao”; usted es muy buen trabajador”; me puse más contento con esas palabras y apoyo brindado, dure dos años más con Don Pedro hasta que tome la decisión de empezar a trabajar por cuenta propia, y en el barrio las granjas donde vivíamos, en ese entonces empecé hacer colchones con la ayuda de mi madre y hermanos.

Mi primer cliente recuerdo tanto fue Don Guillermo Alemán de Almacén Radio City, el cual se encontraba ubicado en la esquina del Parque Bolívar, mi segundo cliente vendría siendo Don Antonio Mebarak de Almacén El Tony el tercer cliente Don Belisario Henao de Almacenes Henao y el cuarto mi respetado y apreciado Don Michelle Ibrahim Feghali de Almacén Rosta.

Como nos estaba yendo muy bien, decidimos trasladarnos al Barrio Pueblo Nuevo, cerca de Baldosines Norma, casa en la que habitamos aproximadamente tres años. Posteriormente hacia el año 1968, nos trasladamos nuevamente, a una casa más grande ubicada en la calle 49, a un costado del parque Uribe, al frente donde funciona actualmente la empresa de motocicletas Suzuki; teníamos meses de estar allí cuando un vecino que tenía al lado de nosotros una veterinaria, a quien le decían “pollo hermoso”, una madrugada decide prenderle fuego a su negocio, esto con el fin de cobrar el seguro del mismo, el tiro le salió por la culata, ya que no se lo pagaron y termino en la cárcel. Las llamas de este incendio alcanzaron a nuestra vivienda, se quemaron las pocas cosas que teníamos, la materia prima y los colchones que estaban para la venta; es decir, quedamos en la ruina, viéndonos en la necesidad de vivir cuatro días bajo una carpa en el Parque Uribe; hasta que logramos conseguir una casa en frente de COPETROLMAG, donde hoy funciona el Autoservicio La Quinta de la carrera 18. Nuevamente a empezar de ceros y a seguir en la lucha.

Gracias a un amigo del alma llamado Don Luis Antonio Vargas el cual al vernos en esta mala situación nos hace un préstamo de veinticinco mil pesos a largo plazo y con este dinero iniciamos nuevamente el proceso.

Con el fin de conseguir el algodón a mejor precio, mandamos a mi hermano Marcos a Barranquilla, hizo la compra de materia prima y la mando con una transportadora por el Rio Magdalena; corriendo con la mala suerte que la embarcación se hundió, situación que nos puso nuevamente en aprietos pues, se nos perdió la materia prima para producir. Le toco mi madre  recurrir a una amiga para que nos ayudara con un préstamo para comprar algodón y volver a reiniciar el proceso.

En esa duramos aproximadamente dos años y nos conocimos con Don Alejandro Serrano Camargo, quien para ese entonces termina de construir el edificio que hoy existe en la calle 50 con carrera 18; Don Alejandro me ofreció un local nuevo, porque en esos tiempos nadie los tomaba y por eso me lo dejaría muy económico; este edificio tenía una bodega donde hoy queda COOPASAN y ahí montamos la fábrica de colchones, y para los años 70`s ya lo teníamos posicionados como colchones de buena calidad.

Con el pasar del tiempo nos extendimos a la venta de camas, comedores, salas y después la línea de electrodomésticos, se llamaría ALMACEN COMUNEROS; ubicado en la cra 18 No 9-44 y una bodega en la cra 17 con calle 47; contando que debido a varios factores; entre ellos: problemas de orden público, que nos generó una cartera morosa y problemas para seguir comercializando, hacia 1988, la empresa Almacén Comuneros, se termina quebrando por completo y nos vimos en la obligación de cerrar puertas y otra vez me vi en la necesidad de empezar de cero, recordando aquellos primeros días cuando arribe a esta hermosa ciudad.

Entonces, me arriesgue a trabajar con dos tipos de negocios, de los cuales no tenía nada de experiencia: Abrí dos negocios de billares: uno ubicado en la calle 50 frente a Radio Yarima, llamado Club Los Embajadores, y el otro frente a la Dian llamado Los Profesionales del Billar y un negocio de comidas rápidas diagonal a la Dian, llamado Todo Rico el Punto del Sabor. Exitoso negocio y punto de encuentro y de tertulia de muchos personajes de la época.

Para el año 1994, se me presenta un problema grave de salud, tuve una delicada intervención quirúrgica del corazón; a raíz de dicha cirugía, dure un año sin poder trabajar y los negocios así mismo empezaron a decaer.

Para el año 1997, viajaría con un amigo a Medellín para acompañarlo en unas gestiones; regresando a Barrancabermeja alrededor de las 6am del día siguiente, por los lados de Puerto Berrio, sufrimos un gravísimo accidente de tránsito, rodando por un abismo de aproximadamente cien metros y quede muy mal herido; perdí mi ojo izquierdo y mi ojo derecho gracias a Dios y a la ciencia, lograron salvármelo, en la cabeza me sometieron a cuatro cirugías; también me fracture la clavícula izquierda… en fin en total me realizaron diez cirugías; dure incapacitado un año, subsistiendo con el salario de mi esposa Yolanda Serrano Cifuentes que es docente; quien en estos momentos se encuentra pensionada Gracias a Dios.

Para el año 1997, nos vemos otra vez obligados a cerrar puertas de los negocios y quedar nuevamente con los brazos cruzados.

Pero para ese mismo año, 1997, un amigo del alma Don Gonzalo Ruiz Meneses, me entrego una casa en la carrera 18 y me dice textualmente “Lucho, vivan ahí que no les voy a cobrar arriendo por ahora” esto nos llenó de alegría y junto con mi esposa iniciamos un nuevo proceso de vida y de emprendimiento. Hoy, esta casa con el esfuerzo y ahorro mutuo, ya hace parte de nuestro patrimonio.

Con los muebles y enseres de los negocios que se habían terminado, nos llega la idea de montar un negocio de artículos usados, al cual nombramos inicialmente “USADITOS”, trabajando con tesón y dedicación.

Durante los primeros cinco años del negocio fue muy duro sostenerlo: pero con “la constancia, la perseverancia y el trabajo duro, seleccionando los mejores artículos para comprar”, nos permitió que el negocio empezara a generar sus frutos, esto es lo que agradecemos a todas las personas de nuestra hermosa ciudad que nos han apoyado, porque sin la confianza y participación de ellos no lo hubiéramos podido lograr.

Hace unos cinco años (2012), le propuse a mi esposa que porque no iniciamos venta de artículos nuevos; pues, los clientes preguntan y deberíamos probar con esa línea nueva. Mi señora Yolanda, me dijo, pues hagámosle mijo y cambiemos el nombre del negocio, pongámoslo “USADITOS Y NUEVOS”.

Hoy día a los veinte años de haber iniciado el negocio, tenemos una empresa con mayor organización y participación familiar, una sociedad comercial; “USADITOS Y NUEVOS S.A.S”, dedicada a la comercialización de artículos para la industria, comercio y hogar con precios competitivos y brindando la mejor atención a nuestros clientes.

Hoy, a mis 70 años, al momento de tomar decisiones soy sumamente cuidadoso, porque el pasado ya paso y lo más importante es aprender de esas experiencias; por eso hay un dicho muy sabio y popular que dice: “La vejez es la clave de la sabiduría de la vida”.

He sido un fiel afiliado a la Federación Nacional de Comerciantes, del cual he sido presidente de su junta directiva en varias oportunidades, entidad que también ha sido un gran apoyo en mi trayectoria comercial.

He asistido a unos treinta y cuatro congresos nacionales, realizados en todo el país conociendo los aspectos más importantes y relevantes para mi negocio y mi formación integral empresarial. Precisamente este año, asistí al congreso realizado en la ciudad de Santa Marta, en compañía de los empresarios José Hernández, Reynaldo Jiménez, Juan Ortiz, Esperanza Hernández Y De Nuestro Director Ejecutivo Martin Porras Roa.

Recuerdo muy gratamente la realización de las ferias comerciales EXPOFENALCO, especialmente la primera realizada en 1984, en el lote donde se construyó años después años después el Centro Popular Comercial CPC, la cual fue un éxito total con expositores de diferentes partes del país, artistas de lujo como: el Binomio de oro, Helenita Vargas “La Ronca de Oro”, Otto Serge y Rafael Ricardo, Los Tolimenses, Los Hermanos Morroy; entre otros.

No puedo dejar pasar un fragmento o parte del discurso para la inauguración de esta feria, el cual lo dedique, en homenaje a la mujer Barranqueña:

“Y esas mujeres de color de trigo maduro y contornos de guitarra criolla, seguirán trastornando y hechizando la mente y el corazón de todos los Barranqueños”.

Igualmente, a la par de mi trasegar comercial, he sido miembro de la Junta de Directiva de la Cámara de Comercio de Barrancabermeja y Directivo de la Caja de Compensación Familiar CAFABA.

Aprovecho para plasmar este escrito, mis agradecimientos a mis hermanos de corazón: Ignacio y Gonzalo Ruiz Meneses, con quienes hemos compartido desde muy jóvenes una gran amistad y apoyo mutuo.

Igualmente, un saludo especial a mis actuales proveedores: Soportes Innova de Don Fredy Orlando Rey Roa; El Triunfo de Don Víctor  Quintana; Multivitrinas Nº 1 de Don Hugo Leal Díaz y Electrodomésticos J. Martínez de Don Jaime Martínez Luna.

Por último, mí  adorada familia se compone de cuatro hijos; dos de mi primer matrimonio: Sandra Milena y Luis Fernando y dos de mi actual matrimonio con Doña Yolanda Serrano Cifuentes: Edgar Fernando y Diego Fernando, estos últimos se encuentran cursando sus estudios universitarios y están vinculados directamente con la empresa, para que a su debido tiempo comiencen a administrarla con la experiencia académica y los sabios consejos recibidos en el hogar que se basan en: El Trabajo Honesto, La Organización Y El Servicio: PILARES CLAVES PARA ALCANZAR EL ÉXITO.


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