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«Si hay barranqueños de los que nos podemos sentir orgullosos», le dice Andrés Sampayo a Barrancabermeja Virtual.

Allá, en el norte, está Adalberto Camperos, un barranqueño que hace arte en Nueva York y que Andrés Miguel Sampayo lo entrevistó porque considera «si hay barranqueños de los que nos podemos sentir orgullosos y bien vale la pena que conozcamos sus vidas, logros y metas». BARRANCABERMEJA VIRTUAL presenta a continuación a sus lectores el diálogo sostenido entre estos dos jóvenes del puerto petrolero, en donde se reseña la experiencia de vida de este barranqueño que hoy hace arte en La Gran Manzana.

 

 

 

Allá, en el norte, está Adalberto Camperos, un barranqueño que hace arte en Nueva York.
Por: Andrés Miguel Sampayo.

 

«Como todos somos solipsistas y todos nos morimos, el mundo muere con nosotros. Solamente la literatura muy menor se ocupa del apocalipsis.»

Anthony Burgess.

 

Después de escribir mi última columna, no pude dejar de pensar en todos los barranqueños que lo hacen sentir a uno orgulloso de haber nacido en el puerto, por eso me he puesto en la tarea de hacer una entrevista a cada uno de ellos y de esa manera transmitir a nuestros paisanos historias diferentes a las de nuestra triste realidad política local.

La primera de ellas se la realicé a Adalberto Camperos, artista barranqueño, egresado del colegio El Rosario.

A Adalberto me lo encontré de nuevo, hace un año, cruzando la carrera séptima con 67 en Bogotá.

 

Recuerdo que me quedé mirándolo mientras el semáforo seguía en rojo y le dije: «Yo sé quién es usted, usted es el hermano mayor de Manuel Camperos. Yo me gradué en el colegio junto con él».

 

Ahí mismo nos presentamos, caminamos juntos unas cuadras, y al final me invito a la inauguración de una exposición de su obra que esa misma noche presentaba, arribita en Rosales, y yo, que no tenía nada que hacer, invité a mi novia y ahí estuvimos. Más tarde, la galería estaba a reventar, y sólo escuchaba comentarios positivos de sus pinturas.

Ahora, un año después, Adalberto está en Nueva York haciendo una residencia artística. Por cierto sus ilustraciones y dibujos han aparecido en las revistas Rolling Stone (Argentina), Dinero y Gatopardo, y también es surfista.

 

 

No siendo más, esta es la entrevista:

Andrés Miguel Sampayo: ¿Hace cuánto se fue de Barrancabermeja?

Adalberto Camperos: 15 años
 
 
AMS: ¿Qué extraña de Barrancabermeja?

AC: La relación tan directa con la corporalidad que uno tiene allá. Todo es físico, el calor hace que la gente sea activa, deportista, inquieta, que vaya a piscina. En ningún lugar del mundo he sentido la lluvia tan agradable un domingo en la mañana como allá. Además hay algo del desparpajo de su cultura que siempre lo acompaña a uno, pero que es genuinamente local en Barranca.
 
AMS: ¿Ha vuelto a Barrancabermeja?

AC: 2007 fue la última vez que pasé un tiempo. Vacaciones.
 
AMS: ¿Qué hace en Nueva York?

AC: Realizando una experiencia de aprendizaje artístico, lo que se podría llamar una residencia artística. Esto es, viajando con el propósito no necesariamente de disfrutar, sino de aprender. Aprendiendo como es vivir en una ciudad tan mítica, sobredimensionada y sobrerrepresentada. Estando atento a toda la información disponible para crecer como artista.

 

 

 
AMS: ¿Por qué estudió Artes?

AC: Porque en mi casa siempre crecí rodeado de un ambiente cultural y artístico que propició esa decisión, mis padres siempre me apoyaron y alentaron a ser artista y a explotar el talento con el que nací, el cual básicamente lo podría definir como una habilidad para el dibujo y la pintura. Una inteligencia visual. Sin embargo en Barranca no existían escuelas de estudios superiores en Arte por lo cual tuve que emigrar a Bogotá. Además cuando uno nace con alguna vocación, llámese el deporte, las artes, la ciencia, la religión, los negocios, el servicio comunitario, uno debe buscar encontrar, como sea, la forma de seguir esa vocación para estar conectado con su verdadera pasión y hacer de eso su vida, y poder levantarse todos los días y verse al espejo y sentirse feliz y realizado. Aunque lógico, hay que contar con suerte y apoyo para poder estudiar lo que uno quiere.

 

Hay gente que no puede, no tiene los recursos, no tiene el talento o la habilidad, o le toca estudiar algo que no le gusta por necesidad o conveniencia. Yo conté con mucha suerte y he tratado de aprovechar al máximo las oportunidades que la vida me ha dado.
 
AMS: ¿Por qué se hace llamar «Electrobudista»?

AC: «Electrobudista» nació en el año 2007 como una alternativa a mi nombre completo que es Adalberto Camperos, el cual no estaba siendo muy exitoso en Internet en el momento, porque era muy largo y algo complejo para recordar, (afortunadamente eso ha cambiado con el tiempo). En el momento que cambié mi website de Adalberto Camperos a Electrobudista.com mis visitas se dispararon y me pude hacer más visible para mucha gente. El nombre como tal lo concebí como un oxímoron esquizoide que condensa mi interés por el movimiento urbano del mundo contemporáneo, frenético y vertiginoso (ELECTRO) lleno de I-pods, I-Macs, I-pads, I-Whatever, tráfico, tecnología comunicativa y móvil de silicio y coltán; y mi interés por la lentitud, la demora, la contemplación, el pasado y los procesos largos y humanos que aparentemente ya no tienen cabida, pero sí mucha relevancia, en el mundo contemporáneo (BUDISTA). En término gráficos es como si Batman y el Joker fuesen hermanos siameses, o si Mazinger Z fuese un monje Zen o un chamán pachamama fuese rapero o skater, o los Beastie Boys hicieran miniaturas medievales… en fin, algo así.
 
AMS: ¿Cómo es la vida en Nueva York?

AC: Nueva York es un lugar muy difícil, muy incómodo, al que todo el mundo llega tras una ilusión de éxito mediático, incluyéndome a mí por supuesto. Hay muchas cosas interesantes y maravillosas de Nueva York que uno disfruta como turista, pero que cuando llega el momento de asentarse como habitante cambian por completo y desaparecen. Ahora Nueva York me parece un lugar como cualquier otro, con más extravagancia que otros, pero también con unos niveles de pobreza y escasez de inteligencia emocional y social grandísimas, que no existen en Latino America. En Nueva York, por ejemplo, la gente está altamente entrenada para trabajar duro y parrandear duro, pero son muy malos para generar relaciones sociales más allá de la fiesta o el trabajo. Es muy extraño; como que no existe nada gratis, hasta las relaciones sociales se conciben como relaciones económicas de costo / beneficio, es decir, como transacciones sociales.

Obviamente hay cosas muy buenas, que todo funciona, que todo sea seguro, que haya gente de todas partes del mundo, que todos los días uno vea algo realmente sorprendente, que haya tanto pero tanto producto, que haya abundancia de cosas materiales, eso es muy chévere. Pero también es un lugar carísimo para vivir, casi obscenamente costoso. La gente nunca tiene tiempo de nada porque está corriendo de lado a lado de la ciudad para llegar a uno de sus tres trabajos para poder pagar la renta.

Yo debo también aclarar que mi perspectiva de vida cambió mucho desde que me volví surfista, porque entré en una relación con el tiempo, el espacio y el planeta distinta y ahora la vida en las grandes ciudades no me seduce tanto como antes. Así que todos estos apuntes van sesgados por ese filtro playero / tropical.
 
 
AMS: David Harvey es un geógrafo profesor de la facultad de Antropología de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY) dice en su libro «La condición de la posmodernidad» que la modernidad «no sólo supone una violenta ruptura con alguna o con todas las condiciones histórica precedentes, sino que se caracteriza por un proceso interminable de rupturas y fragmentaciones internas» eso es lo que usted ha percibido en Nueva York, una ruptura constante del espacio y tiempo, todo cambia aceleradamente?

AC: Yo no creo que tenga que ver con una condición tan sofisticada. Si no más bien con algo mucho más banal como lo es el mercado y la condición de puerto de Nueva York. La teoría de la posmodernidad fue algo muy interesante que planteó nuevas perspectivas culturales, pero hoy en día el paradigma puede ser más post / histórico, o lo que se podría llamar en broma «post / postmoderno».

Se podría hablar de una modernidad ecológica o de pensamiento sostenible, o de alter modernidad, es decir donde los pensamientos ya no hacen ruptura o quiebre, sino sinergia y coexistencia. En Nueva York uno puede ver esa sinergia, pero es generada por el mercado, la gente en realidad no es tan multicultural o intercultural. Comer todos los días en restaurantes de distintas tradiciones del mundo no lo hace a uno multicultural o intercultural, ver gente en el tren de distintos países y de distintas pintas tampoco, porque finalmente todos se adaptan al «sistema gringo de mercado y de economía».

Al final del día todo el mundo termina trabajando para comprar productos Apple y ropa de marca, venga de la India, de Korea, de Malawi o de Latin America. Lo que SÍ es cierto es que el ritmo es increíblemente acelerado. Para bien y para mal.
 
 
AMS: Condorcet sostiene que «es imposible escapar de las cadenas naturales de la escasez y la necesidad» y usted dice: «En la Plaza del Tiempo, efectivamente tu tiempo se convierte en Dinero, pero en Dinero que tienes que pagar, en la Plaza del Tiempo, el Dinero se materializa en Luz, o se ¿desmaterializa?”… ¿Siente que ese dinero que termina pagando es producido por un aumento constante de la cadena de la necesidad?

AC: Ese dinero se paga por entrar no en una cadena de necesidad sino en una cadena de prestigio, que es fundamentada por el posicionamiento global de la marca Nueva York. Si los ataques terroristas del 9-11 hubiesen sido en Chicago, no habrían tenido la magnitud mediática que tuvieron.

La ciudad está construida enteramente a partir de un mito: «El Sueño Americano», y todo allí se magnifica como una gran antena. Por eso la ciudad cobra más, porque es la parte del juego de monopolio donde es más caro construir y donde nadie quiere caer, porque uno pierde el juego arruinado por el que construyó los hoteles y las casas. Yo podría también contra preguntar al respecto: ¿Sería igual de interesante esta entrevista si yo estuviera en México, en Sao Paulo o en San Francisco? NO. Sencillamente porque entramos en una cadena de prestigio publicitario muy difícil de romper. Desde mi perspectiva, y ahora que he vivido un tiempo acá, me he dado cuenta que es sólo eso: Publicidad.

Nueva York es tan real como el Springfield de los Simpson. NO EXISTE. Es una construcción del cine y el mercado.

No quiero que me malinterpreten, Nueva York es tan real como la refinería de Barrancabermeja, pero las películas y los anuncios muestran sólo una mirada glamourosa. Hay cosas sensacionales y maravillosas de Nueva York que nadie conoce como por ejemplo que hay gente que cuida mucho a los animales silvestres. Hay cosas espantosas de Nueva York que nadie conoce, como por ejemplo, que hay gente que paga $ 200 dólares para el cuidado del perro pero no le dirige la palabra, e incluso ni siquiera le dirige la mirada a los vecinos, así hayan vivido en el mismo edificio durante muchos años.
 
 
AMS: ¿Qué artistas lo han influenciado? ¿Está leyendo algún libro? ¿Cuál?

AC: Muchos artistas. Para hacer la lista corta: Egon Schiele, Hokusai, Toulouse Lautrec, David Choe, Daniel Egneus, Tomer Hanuka. Los dibujos animados de las Tortugas Ninja, y un larguísimo etcétera. Sobre todo Egon Schiele es un artista del cual he tomado muchas cosas.

El semestre pasado estuve leyendo «clásicos» como On photography de Susan Sontag, que explica de una manera bellísima como se construyó la idea cultural de lo fotográfico, y como en algún momento nos convencieron de que todo lo que es fotografiado se vuelve cierto, a pesar de que todos sabemos que no hay nada más manipulable que la fotografía, y que a pesar de que uno sale raro o diferente o irreconocible en una foto, uno sigue creyendo que son evidencias, como las niñas de la revista famosa de chicas, que uno sabe que tienen Fotochop al 200% pero aún así uno sigue creyendo que existen.

También me leí On Cold Blood, que es la primera novela de no ficción de Truman Capote, que cuenta la historia de un asesinato a sangre fría en una pacífica comunidad de los Estados Unidos en los años cincuenta, donde dos personajes, sin razón, matan a una familia entera; todo esto basado en una historia de la vida real y recopilando entrevistas y datos policíacos.
 
AMS: ¿Se siente la crisis económica de los países desarrollados en Nueva York? ¿Hay crisis allá?

AC: Lo que pasa es que la idea de crisis es muy diferente para todos. Para nosotros los colombianos crisis es no tener qué desayunar o pasar hambre o no tener casa. En las grandes ciudades o centros financieros crisis es no poder ir de vacaciones a un lugar bonito y tener que quedarse en casa, no cambiar de televisor apenas sale el nuevo o no cambiar de carro o celular, mejor dicho crisis es no poder estrenar siempre, eso deprime mucho a la gente en Nueva York, porque sienten que estrenar es sinónimo de bienestar.

Yo he oído de gente que dice que en partes de Estados Unidos la gente vive crisis como nosotros la entendemos, a mi no me consta y no lo he visto, pero puede ser cierto, porque acá sin dinero la gente sufre mucho más que en Colombia. El problema es tan grave que se deprimen clínicamente. Por el contrario en Colombia hay muchas estructuras sociales que ayudan a la gente a sobrevivir, la gente fía, la gente se presta entre sí, la gente dona o regala, la gente va a almorzar donde el compadre, y nunca a nadie le va a faltar alguien a quien «mamarle gallo», «alguien que se la monte a uno», «alguien a quien uno se la pueda montar», «alguien a quien uno le gusta», «alguien con quien reírse por estupideces», en fin, en Latino America hay una abundancia de humanidad que hace la supervivencia más digerible.

Aquí en nueva York me da la impresión que cada quien está en su lucha y si no tiene plata simplemente se fregó.
 
AMS: Adalberto, muchas gracias por sus palabras, ¿quisiera agregar algo?

AC: Una gran invitación a todos a que visiten mi página web www.electrobudista.com y mi tienda
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