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Monseñor Jaime Prieto Amaya, el Obispo de los Pobres (Por: Rogelio Prieto A.)

Monseñor Jaime Prieto Amaya, el Obispo de los Pobres  (Por: Rogelio Prieto A.)Con motivo del cumplimiento este agosto 25 de los 10 años del fallecimiento de nuestro querido hermano Monseñor Jaime Prieto Amaya nos permitimos resumir en este artículo la gran persona que fue él, con unas breves y sentidas apreciaciones.

 

Cuando las personas se alejan definitivamente, con el paso del tiempo, su recuerdo se empieza a desvanecer y solo quedan en la mente algunas buenas acciones que haya hecho en el transcurso de la vida, pero en el caso de Monseñor Jaime, sus recuerdos y enseñanzas permanecerán siempre en nuestros corazones.

 

Escribir sobre él es muy fácil puesto que el legado que nos dejó es muy grande, definitivamente convivimos con una persona muy especial, quizás no nos dimos cuenta sino mucho después, puesto que tenía una talante humano muy particular.

 

Quiero recordar algunos aspectos importantes de lo que fue él en su vida Pastoral y familiar.

 

Su bondad, humildad y sincera amistad.

 

Su entusiasmo y alegría que le imprimía a todas las actividades.

 

Su capacidad de análisis y diálogo.

 

Sus consejos bien concebidos encaminados a la reflexión.

 

Su claridad mental para abordar temas diferentes y su coherencia en sus conceptos.

 

Era un dechado de virtudes y conocimientos.

 

Nos demostró que las cosas más simples de la vida son las que nos hacen felices y que debemos luchar para lograr lo que deseamos.

 

Nunca pensó en él  -y por así decirlo-  descuidó su salud, ante todo estaban los demás, y el cumplimiento de sus deberes y compromisos, siempre movido por su convicción de ser un buen pastor.

 

Siempre dio lo mejor de él, su familia, su Diócesis, la Conferencia Episcopal y su muy querido equipo de Pastoral Social fueron los temas primordiales y fundamentales.

 

Era una persona que actuaba de corazón y convicción, y concibió la vida como misión primordial.

 

Monseñor Jaime será para siempre el punto de referencia de lo que significa el Obispo Pastor, audaz y fuerte en la libertad de Cristo, defensor de la vida y de la búsqueda de la paz y el desarrollo de las comunidades, que en las duras y riesgosas circunstancias de Colombia entregó su voluntad, su inteligencia y su vida a la Iglesia, en el servicio a la dignidad, la libertad, la igualdad, la educación, la lucha por los más desprotegidos y la opción por los pobres y en definitiva por el servicio a la dignidad y los derechos humanos.

 

Por lo anterior Monseñor Jaime fue calificado como el «Obispo de los Pobres», y así dejó su legado en la Diócesis de Cúcuta donde prefirió vivir en un barrio obrero rodeado de gente humilde, antes que hacerlo en una mansión rodeado de lujos.

 

De lo que podría decir desde el punto de vista pastoral, dirigir a su clero hacia un proceso de renovación Diocesana y evangelización.

 

Ser el artífice y haber puesto en marcha y lanzado a nivel nacional e internacional el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio.

 

Su compromiso con la Iglesia y con su pueblo significaron una experiencia radical de encarnación que unida a su brillante formación y a su trabajo y lucidez intelectual en el liderazgo de la fe comprometida con la justicia, le llevaron a contribuir significativamente en la Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Aparecida  (Brasil) y tuvo la buena suerte divina de compartir experiencias y mesas de trabajo con el hoy Papa su Santidad Francisco.

 

A Monseñor Jaime lo consultaban el clero, los gobernantes y los políticos, pero también lo hacían los actores en conflicto, los ejecutivos de la banca, el comercio y la empresa privada, pero también los campesinos y los obreros, los sindicatos y las clases menos favorecidas y para todos sus opiniones y conceptos eran bien recibidos.

 

Todas estas cualidades encierran lo que era él y nos recuerdan en todo momento su muy propio estilo de vida.

 

Su peregrinaje por la tierra no fue en vano, nos dejó grandes reflexiones y experiencias, fue un modelo de vida, humildad y obediencia, austeridad y sencillez, desde el reino de los cielos nos guiará por siempre.

 

De sus últimas palabras Monseñor Jaime dijo:   «Recuérdenme humildemente con alegría, mi espíritu no ha muerto ni morirá mientras esté presente en sus corazones».

 

Mis planes no son tus planes.

 

Quiso vestir únicamente una túnica. En su último aliento nos dijo: “Entro en silencio profundo” y no volvió a hablar.

 

A las personas que lo acompañaron en su trasegar por la vida, la familia Prieto Amaya agradece las manifestaciones de sincero aprecio con motivo del 10o décimo aniversario del sensible fallecimiento de nuestro querido hermano y pastor Monseñor Jaime.

 

Cordialmente,

 

Rogelio Prieto Amaya y Familia.

 

 

 

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