Al cumplirse diez años de la muerte de Monseñor Jaime Prieto Amaya este próximo 25 de agosto, queremos con estas palabras recordarlo, honrar su memoria, hacerle un homenaje de reconocimiento y agradecerle por sus aportes en la creación de los Programas de Desarrollo y Paz, una iniciativa que durante 25 años ha estado contribuyendo a generar bienestar y a la construcción de la paz desde los territorios, con la participación activa de las comunidades y con el apoyo especialmente de la Iglesia Católica, el Gobierno Nacional, la cooperación internacional y algunas empresas.
Esta historia se inicia con la creación del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio —PDPMM— en 1995, como respuesta a una iniciativa de Ecopetrol y de la Unión Sindical Obrera —USO— que, posteriormente, contó con el compromiso decidido para su implementación de la Diócesis de Barrancabermeja, en cabeza de Monseñor Jaime Prieto, y del Centro de Investigaciones y Educación Popular —CINEP—, bajo el liderazgo del padre Francisco de Roux, con el propósito de generar un proceso participativo comunitario a partir de dos preguntas centrales: ¿Por qué una región rica en recursos tenía tan altos índices de pobreza?, y ¿Por qué en una región tan alegre había tanta violencia?
Posteriormente, cuando en 1998 y 1999 arrecian los ataques contra la infraestructura eléctrica en distintas zonas del país, y particularmente en el oriente antioqueño, ISA e ISAGEN se comprometen con la búsqueda de caminos que permitieran el empoderamiento de las comunidades y el mejoramiento de sus condiciones de vida, como una alternativa para la viabilidad operativa y la sostenibilidad de las empresas en el mediano y largo plazo. Un referente que saltó a la vista fue la experiencia del PDPMM, razón por la cual se invitó al padre Francisco de Roux a una conferencia en las instalaciones de ISA en Medellín, con el fin de conocer más en detalle este novedoso proceso territorial.
Positivamente impresionados por lo que se venía haciendo en el Magdalena Medio, se decidió analizar la posibilidad de replicar el modelo para el oriente antioqueño, en función de lo cual se adelantaron conversaciones entre las empresas y Monseñor Flavio Calle Zapata, Obispo de la Diócesis Sonsón-Rionegro, y se solicitó el apoyo del PDPMM, que para entonces era un consorcio entre la Diócesis de Barrancabermeja y el CINEP. Finalmente, el 15 de septiembre de 1999 se firmaron los documentos de constitución de la entidad que facilitaría el Programa de Desarrollo y Paz del Oriente Antioqueño PRODEPAZ, en cuyo arreglo institucional participaron tanto la Diócesis Sonsón–Rionegro como ISA e ISAGEN.
Allí nuevamente estaba Monseñor Jaime Prieto, brindando sus luces como sociólogo y como Pastor a esta histórica iniciativa y demostrando una vez más su compromiso con la paz y con los menos favorecidos.
El modelo mantenía componentes similares a los del PDPMM: «la dignidad de los pobladores, el empoderamiento comunitario, la planeación participativa del desarrollo sostenible, la valoración de la historia y la cultura territorial», entre otros aspectos.
Esto era sólo el comienzo.
Posteriormente vendrían otras iniciativas, unas que nacieron y otras que fueron reconocidas, hasta la conformación de la Red Nacional de Programas Regionales de Desarrollo y Paz —Redprodepaz— en septiembre de 2002, que hoy cuenta con cerca de 27 procesos a lo largo y ancho de la geografía nacional y que comparten filosofía, prácticas y aprendizajes que han resultado fundamentales para la construcción de la paz territorial. Monseñor Prieto, junto a Monseñor Gustavo Martínez Frías, Arzobispo de Pamplona, tuvieron mucho que ver con sus inicios.
Estas organizaciones son un reflejo del pensamiento y el accionar de Monseñor Jaime Prieto, su compromiso frente a la realidad social, su preocupación por el desarrollo humano integral y su búsqueda incesante de la justicia y la paz, que eran el lema que tenía impreso en su escudo episcopal, y que fueron la guía permanente de su apostolado y que deberían ser el de todos los colombianos para la construcción de nuestro futuro común.
NOTA: Esta información es un aporte de los doctores Gonzalo Murillo Escobar y Javier Gutiérrez P, exaltando la vida y obra de Monseñor Jaime Prieto Amaya.
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