El reciente asesinato del presidente haitiano Jovenel Moïse ha llamado la atención sobre el turbio mundo de los mercenarios, especialmente los de Colombia.
Las autoridades haitianas dicen que 26 mercenarios colombianos estuvieron involucrados en el asesinato de Moïse el 7 de julio, con 18 arrestados, tres muertos después del asesinato y cinco aún prófugos.
La mayoría, si no todos, de los mercenarios eran ex miembros del ejército colombiano, informa Los Angeles Times.
Durante las guerras en Irak y Afganistán, Estados Unidos comenzó a subcontratar más tareas a contratistas militares, y eso aparentemente llevó a un aumento de mercenarios en todo el mundo.
«Ahora que Estados Unidos ya no es el gran papi, el mercado se ha diversificado realmente», dijo al Times Sean McFate, autor de Las nuevas reglas de la guerra. «Estamos viendo mercenarios por todas partes».
Se dividen principalmente en tres categorías, dijo McFate: hablantes de inglés, hablantes de ruso y hablantes de español, y la mayoría proviene de Colombia.
Formados en la guerra de contrainsurgencia, muchos soldados retirados se van al extranjero, agregó McFate, y los Emiratos Árabes Unidos los contrataron especialmente para servir como seguridad interna o para luchar en lugares como Yemen; los Emiratos Árabes Unidos nunca han admitido haber contratado mercenarios.
Carlos Calatrava, experto militar de la Universidad Católica Andrés Bello en Caracas, dijo al Times que los soldados colombianos «tienen un excelente entrenamiento, una excelente disciplina y… han tenido la experiencia del combate. Siempre hay grupos que buscan individuos bien entrenados para el trabajo de protección y seguridad”.
También están dispuestos a pagar bien
Se ha informado que los colombianos que supuestamente fueron parte del asesinato de Moïse recibieron seis veces lo que ganaban con sus pensiones militares.
Muchos familiares de los sospechosos colombianos han dicho que no creen que sus hijos, esposos y hermanos fueran mercenarios y que nunca hubieran participado en el asesinato. El hermano de Jenny Capador Giraldo, Dubernay Capador Giraldo, de 40 años, era un sargento primero retirado asesinado después del asesinato. Dijo al diario El Tiempo que «él no era un mercenario» sino «un buen hombre», y que no descansará hasta que se aclare su nombre.
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