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La policía de Colombia responde a las protestas con balas y hay más muertos

La gente no puede sentarse a dialogar con un gobierno que por la noche está matando a la gente que protesta y de día está tendiendo la mano para llevar a cabo una conversación”.

La policía de Colombia responde a las protestas con balas y hay más muertos
Un agente de la policía disparó gas lacrimógeno el miércoles en Bogotá durante las protestas que dejaron al menos 24 muertos y 87 desaparecidos.Credit…Federico Rios para The New York Times

El país, agobiado por la crisis y la pandemia, estalla en indignación. Al menos 24 personas han muerto mientras el gobierno reprime a los manifestantes.

Un adolescente asesinado a tiros después de patear a un oficial de policía. Un joven sangrando en la calle mientras los manifestantes gritan pidiendo ayuda. Agentes de la policía disparando contra manifestantes desarmados. Helicópteros sobrevolando en lo alto, tanques recorriendo los vecindarios, explosiones resonando en las calles. Una madre llorando por su hijo.

“Estamos destruidos”, dijo Milena Meneses, de 39 años, cuyo único hijo, Santiago, de 19, fue asesinado en una protesta durante el fin de semana.

Los colombianos que se manifestaron la semana pasada contra la pobreza y la desigualdad que han empeorado la vida de millones desde que comenzó la pandemia de COVID-19 se han enfrentado con una poderosa represión por parte de su gobierno, que ha respondido a las protestas con la misma fuerza policial militarizada que a menudo despliega contra los combatientes rebeldes y el crimen organizado.

Los enfrentamientos han dejado al menos 24 personas fallecidas, la mayoría de ellas participaba en las manifestaciones, y al menos 87 desaparecidos, y han exacerbado la ira contra los funcionarios de la capital, Bogotá, que según muchos manifestantes están cada vez más desconectados de la vida cotidiana de las personas.

El miércoles, Helena Osorio, una enfermera de 24 años, intervino en un mitin celebrado en Bogotá.

“A mí me duele Colombia, a mí me duele mi país”, dijo. “Nosotros lo único que podemos hacer es salir a protestar, a hacernos escuchar”, prosiguió, “y por eso nos matan”.

Las marchas comenzaron la semana pasada después de que Duque propuso una reforma fiscal destinada a cubrir un déficit económico relacionado con la pandemia. El domingo, en medio de manifestaciones en todo el país, decidió dar marcha atrás al plan.

Pero el malestar no ha disminuido. De hecho, alimentadas por la indignación frente a la respuesta del gobierno, las multitudes solo han crecido.

Entre los manifestantes ahora hay maestros, médicos, estudiantes, miembros de los principales sindicatos, activistas veteranos y colombianos que nunca antes habían salido a las calles.

Los camioneros están bloqueando las principales carreteras.

Y el martes, los manifestantes en la capital quemaron autobuses e incendiaron más de una decena de comisarías, cantando el himno nacional y gritando “¡asesinos!”, lo que obligó a los oficiales a correr por sus vidas.

Durante meses, mientras la gente se quedaba en casa o luchaba por sobrevivir en medio de la disminución de los ingresos, la ira y la frustración que se manifestaron durante las protestas de 2019 siguieron latentes.

Luego, en Colombia, Duque anunció su reforma tributaria, uno de los primeros intentos en la región para tratar de lidiar con el déficit económico exacerbado por la pandemia.

Si bien la medida habría mantenido en vigor un subsidio pandémico en efectivo, también iba a elevar los precios de muchos bienes y servicios cotidianos.

Pronto, el resentimiento acumulado llegó a las calles.

El martes, Duque dijo que abriría un diálogo nacional para encontrar soluciones a los problemas fiscales y otros desafíos.

“En este espacio es vital contar con todas las instituciones, los partidos, el sector privado, gobernadores, alcaldes y líderes de la sociedad civil”, dijo. “Los resultados de este espacio se traducirán en iniciativas que podamos articular rápidamente”.

Pero el llamado al diálogo nacional fue similar al que hizo en 2019, y muchos grupos de la sociedad civil han dicho que esa discusión produjo pocos resultados.

Duque, un político conservador, ha perdido una popularidad significativa desde el comienzo de la pandemia, según una encuesta de la firma Invamer.

Y los analistas dicen que se encuentra en su punto más débil desde que asumió el cargo en 2018.

La respuesta de la policía y la militar ha hecho que establecer una conversación nacional en torno a un compromiso sea extremadamente difícil, dijo Sandra Borda, analista política y columnista del diario El Tiempo.

“No tiene capital político”, dijo. “

La gente no puede sentarse a dialogar con un gobierno que por la noche está matando a la gente que protesta y de día está tendiendo la mano para llevar a cabo una conversación”.

“Creo que va a haber mucha convulsión”, continuó. “Y creo que este próximo año y medio va a ser terrible para el gobierno, terrible para la sociedad colombiana y con muy pocas salidas de largo plazo”.

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Fuente: The New York Times – Por Julie Turkewitz y Sofía Villamil


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