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¿Le llegó la decadencia a Barrancabermeja?

(Informe Especial).

 

No son pocos los que ya comentan que la Barrancabermeja de hoy es la de las  las volteretas, la del atajo, la del oportunismo, la del «todo vale», la de la sacada de trapos al sol, la del juego sucio, la de la traición.  Ya lo dijo un ex concejal hace un par de años y lo dice hoy un periodista, «todos somos corruptos, todos estamos untados».

 

Hemos llegado a tal extremo que en Barrancabermeja, por ejemplo, poco importa mostrar la limpieza de una hoja de vida porque no vale la meritocracia, poco importa además la formación profesional, ni la fortaleza de las convicciones políticas, ni la doctrina conceptual que le sirve de cimiento al trasegar en la vida, ni mucho menos los logros profesionales en los diferentes campos.

 

Hoy, en Barrancabermeja, no es prestigioso si quiera ganarse un premio o un reconocimiento porque lo más seguro es que fue «negociado por debajo de la mesa». 

 

Todo parece indicar que la Barrancabermeja de hoy se mueve bajo el perverso dogma del «todo se vale», con tan graves consecuencias que no hemos logrado entender aún que «el todo se vale es la peste de cualuqier sociedad».

 

Es un panorama triste, ¡patético!, pero es la realidad que se vive hoy en el puerto petrolero.

 

Esa no puede ser nuestra identidad cultural como ciudad, ese no puede ser el ejemplo para los miles de jóvenes barranqueños que quisieran participar de la construcción de una ciudad mejor, que sueñan, que tienen ilusiones, que se merecen una Barrancabermeja distinta.

 

Ese, señores políticos, NO puede ser el comportamiento de quienes se presumen líderes, que con su puñado de votos deciden en nombre de los 300 mil habitantes de Barrancabermeja.

 

Sin embargo, el problema más grave que está ocurriendo en Barrancabermeja es que no hay debate, no existe el contraste de ideas, no se esbozan propuestas concretas.

 

Los concejales no hacen control político, los medios de comunicación están totalmente silenciados y la comunidad en general como espectadores impávidos y con poca capacidad de reacción ante el triste espectáculo municipal que sucumbe en medio de una total y absoluta indiferencia

 

 

¿Cual es la solución al problema?

 

Analistas, conocedores de la historia y la problemática social y cultural de Barrancabermeja, coinciden en afirmar que el comienzo de una solución al problema  es el enfoque a la educación de nuestros niños y jóvenes, que debe ser realizado desde una óptica angular, en donde se tenga un campo de visión amplio, una perspectiva desde la que puedan contemplarse horizontes que no se limiten sólo a la rentabilidad económica (dependencia exclusiva del dios dinero), pues la vida no se reduce a cosechar dinero y bienes materiales. 

 

Una gran falla, dicen los entendidos en la materia, es nuestro actual sistema educativo que ha excluido la enseñanza y el cultivo del civismo y del amor a la ciudad, como también los valores más preciados y rentables para nuestra sociedad como son los valores humanos.

 

En Barrancabermeja, (y quizás por la terrible influencia de canales de televisión como RCN y Caracol), existe una desorientación social preocupante, en donde se ha venido concediendo una prioridad fundamental al tener sobre el ser, se ha primado la ambición y el enriquecimiento individual por encima del bienestar del grupo y como si fuera poco se ha incentivado la cultura del «todo vale» para alcanzar la cima del lujo y el despilfarro, mientras se premia la trampa y la indecencia, mientras se burlan de la honestidad y coherencia.

 

Por eso es que la Barrancabermeja de hoy ofrece una atención primordial más a la mueca, al gesto y a la forma, que a los valores, convicciones y principios.

 

 

Todo se vale…  Lo mismo me daAquí no pasa nada.

 

La cultura del «todo se vale» es lo mismo que la cultura del «lo mismo me da» y eso ha traído como consecuencia que en la Barrancabermeja de los últimos años apenas nadie se inmuta por nada y al final vale lo mismo la verdad que la mentira, el bien que el mal, el ser una persona honrada que ser un corrupto, el ser un buen trabajador que el ser un vago, vividor o tramposo.

 

Entonces, como «todo se vale», da lo mismo ser fiel a la pareja que ser infiel, da lo mismo amar a Dios que utilizar el nombre de Dios para robar, da lo mismo ser una buena persona que un bandido, da lo mismo ser una dama que una puta.

 

Precisamente, por esa inversión de valores (de creer que todo se vale), es que el guerrillero mata, pero el paraco lo hace y las Bacrim también.

 

Por esa inversión de valores, (de creer que todo se vale), es que se consolida el imperio del voto amarrado a prebendas, amarrado a promesas incumplidas, amarrado a chantajes.

 

Por esa inversión de valores, (de creer que todo se vale), es que «pensamos como algo normal» que Ciro Fernández no le haya ganado limpiamente las elecciones al resto de candidatos locales que también aspiraron al Congreso.

 

Por esa inversión de valores, (de creer que todo se vale), es que abundan los prestamistas gota a gota, cobrando altos intereses y abusando de mujeres humildes que necesitan de un préstamo. Es que en Barrancabermeja «todo se vale». 

 

Cuando usted empieza a observar que la sociedad se va quedando sin los servicios básicos completos o sin la infraestructura que está demandando es porque «todo se vale» y eso se lo estamos permitiendo a los políticos y contratistas corruptos.

 

 

Conclusión.

 

Esa no puede ser nuestra identidad cultural como ciudad, ese no puede ser el ejemplo para los miles de jóvenes barranqueños que quisieran participar de la construcción de una ciudad mejor, que sueñan, que tienen ilusiones, que se merecen una Barrancabermeja distinta.

 

«No podemos permitir que la cultura del ‘todo se vale’ y el de ‘si él lo hace por qué yo no’ siga prevaleciendo dentro de la ciudadanía”.

 

Si seguimos aceptando esa cultura política como política de estado pública municipal, NO existe ninguna posibilidad de progreso, renovación política, cambio y un desarrollo para nuestra municipalidad y estaremos condenados, como dice el fallecido premio Nobel colombiano, Gabriel García Márquez a otros «cien años de soledad».

 

¿Será que le llegó la decadencia a Barrancabermeja?

 

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