Por: Marco Aurelio Cadena Ch.
Son cientos, a veces miles los trabajadores que día a día van y vienen por la vía principal a la Refinería, en lo que se conoce como o Avenida del Ferrocarril; ellos pasan raudos frente a esta mole de metal, simbolizando a la imagen de un Cristo que mira al cielo extendiendo sus brazos y manos en dirección al infinito; ubicada sobre el borde de la Ciénaga Miramar, tan acostumbrados a verla que le prestan mínima importancia, cosa que no ocurre con muchos turistas y visitantes que, por el contrario, llegan hasta el malecón con el ánimo de saber quién, cómo y por qué se instaló esta imagen de metal sobre los humedales de esta agua, que en verano suele cubrirse de la planta conocida como jacinto de agua o tarulla.
Comienzo de la década de los 90´s.
En cada navidad, todos los trabajadores estábamos a la expectativa de la llegada a los talleres y bloques de oficinas de los niños de los colegios Miramar y Parnaso, solían vestir trajes de colores rojos y azules; época en que se celebraba la novena de aguinaldos dirigida por el Padre Gabriel Ojeda.
Todos los que conocimos a este «curita» recordamos la forma cariñosa que tenía con los niños que lo acompañaban en estas correrías.
En las homilías los llamaba con el apelativo de «gamines».
Para el desarrollo de estas actividades tenía el apoyo de jefes de mantenimiento, que le prestaban camionetas, buses o lo que fuera necesario para celebrar estas festividades.
Entre el jolgorio navideño y las actividades de año nuevo, este sacerdote con trabajadores de refinería, planteó crear un símbolo que representara el rudo trabajo del trabajador petrolero basada su fe hacia un ser superior como protector de todos sus quehaceres diarios.
Ideas van y vienen; montar equipos obsoletos estilo museo, como en el Centro Ecopetrol, instalar un monumento prototipo del tema petrolero.
De pronto alguien propone montar una estructura gigante tal como la que existe en Rio de Janeiro, del conocido Cristo del Corcovado, una de las imágenes más representativas del país de la samba.
En una de las tantas reuniones, el ingeniero Libardo Posso recordó también una imagen de un Cristo que vio en una ciudad italiana, imagen que sobresalía en un lago. Entonces comentó al grupo la posibilidad de trabajar sobre este modelo, calando la idea de hacer algo similar.
Aunque inicialmente la idea sonaba algo ilógico, empezando que en Barranca no hay cerros tutelares, el trabajo en yeso para la imagen sería un plagio de los tantos cristos que hay en diferentes partes del mundo. ¿Qué hacer?
Finalmente y pensando en las facilidades que existían en retal metálico en los patios de chatarra, se pensó en hacer una estructura gigante de un Cristo en malla, varillas y tubos; se habló de costos, diseños, ubicación.
Las consultas con maestros escultores no se hicieron esperar con costos exorbitantes que no se podrían cubrir, por lo que se optó por buscar de entre los trabajadores alguien que tuviera estas habilidades; ya que entre mas de mil obreros se sabía que existían artistas que tenían habilidades en la pintura, escultura, fotografía etc. como lo comprobaban los concursos culturales que se realizaban a lo largo del año.
Entrevistados los jefes de mantenimiento, sobre los potenciales de sus trabajadores empezó la búsqueda de la persona o personas indicadas para realizar esta obra.
Surgieron los nombres de varios candidatos, de entre los que se eligió al trabajador de mecánica de campo: Fernando Fernández, de reconocida habilidad en pintura al óleo y diseño de pequeñas estructuras metálicas que simulaban plantas de proceso; estas se ofrecían como recordatorios a jubilados o a personajes de Ecopetrol, que por diferentes circunstancias ameritaban tener una de estas bellas artesanías únicas en su género.
La idea de la imagen del Cristo de metal fluía en los mandos medios de la Refinería, pero faltaba una idea concreta que convenciera al Grupo Gerencia de Refinería que lo que se iba hacer valía la pena apoyar.
Con dibujos, bocetos y «buena labia» fue presentado al grupo gerencial, las decisiones no se hicieron esperar dándole el correspondiente aval para iniciar los trabajos que fueran necesarios.
Luego de varias deliberaciones se acordó que la imagen se ubicaría sobre la Ciénaga Miramar, por la entrada principal a refinería, conocida como Avenida los Fundadores, siendo este un punto estratégico de visibilidad tanto para la comunidad citadina como para los trabajadores que día a día se desplazan hacia la refinería.
Hasta mediados de los 80´s en este sitio existía una humilde casa campesina que podía verse únicamente desde las torres de refinería, ya que quedaba cubierta por árboles y arbustos que existían a lo largo de la vía de acceso al Complejo Industrial.
Diseño e inicio de la obra.
A comienzos del año 93 se crea un equipo de trabajo encaminado a desarrollar la propuesta de la estructura metálica y su ubicación. En las reuniones periódicas que hacían los responsables del trabajo, el comisionado del diseño, el Maestro Fernández presentó la propuesta con base a lo que quedaba aprobado por los integrantes de esta comisión.
Gradualmente llegaron los acuerdos de un diseño final, hasta quedar en el actual.
El centro de operaciones acordado fue el área de talleres de Oficios Civiles, que quedaban a la salida de Refinería, por la «Puerta del 25 de agosto», en la zona perimetral del Barrio el Rosario.
Allí, con la coordinación del supervisor Martin Prato, se citaron soldadores, paileros, obreros, carpinteros, pintores de estructuras, personas que de acuerdo a sus habilidades hicieron su aporte. Poco a poco hierros, mallas y tubos fueron tomando formas antropométricas.
Trabajadores en un sitio cortaban y doblaban varillas, otros mas allá soldaban diferentes partes, mientras que los pintores con acentuada delicadeza aplicaban pinturas anticorrosivas a unos largos tubos que se esparcían por el piso como si fuera un rompecabezas gigante.
Por el tamaño de la obra, de veintiséis (26) metros de altura, hubo necesidad de armar la estructura en ocho partes, y por obvias razones las partes mas grandes fueron el tórax y las piernas, componentes que posteriormente se armaron en el sitio donde quedo definitivamente esta imagen.
Para soportar la estructura, como el esqueleto, se insertaron tubos de gran calado, que servirían de soporte al cuerpo, con dos extensiones en forma de «v» que abarcarían el peso de los brazos abiertos.
Surge aquí una idea complementaria para darle uso a los tubos, aprobándose instalar una bomba de agua para que conectada a los tubos lanzara chorros por pequeños tubos insertados sobre los dedos del Cristo, además, sobre los pies de la imagen, circunvalando la base, se instalaron doce tubos cóncavos por los cuales brotan sendos chorros de agua que simbolizan a los doce apóstoles.
Para garantizar el flujo de agua por estos orificios se instaló una motobomba diseñada para mover 850 galones por minuto. La ganancia ambiental adicional a lo artístico, fue mayúscula ya que el agua que recircularía por este sistema serviría en parte para oxigenar el agua del lago.
Instalación y montaje.
Las piezas del Cristo poco a poco fueron tomando diferentes formas para ser trasladados a su destino final; los pocos desinformados tenían curiosidad por conocer y saber qué hacían todos estos trabajadores en la entrada de refinería; dudas que fueron disipadas cuando una gran cuadrilla de trabajadores apoyados por grúas, camiones y cama-baja ocuparon el carril anexo a la ciénaga.
Sobre una base de pilotes y hormigón gradualmente fue surgiendo la figura del Cristo Petrolero, con un peso calculado en 46 toneladas, aunque algunos piensan que su peso es menor. Lo importante era que lo que en un tiempo fue un sueño hoy era una realidad al poder ver la imagen del Cristo pintada de color negro mate, con una expresión sublime en su rostro.
Inauguración.
La gran fiesta de inauguración fue en la «Noche de las Velitas» o sea el 7 de diciembre de 1.995. Reflectores con luces de colores apuntaban a la imagen en diferentes puntos de su estructura corpórea, pudiéndose ver desde ciento de metros a la redonda.
Con la asistencia del gobierno local, el clero, directivos de Ecopetrol y miles de invitados se inauguró esta magnífica imagen que hoy es un ícono en este rincón de Colombia.
Instalado e inaugurado el Cristo se aprobó un complemento que inicialmente no estaba previsto, fue la de instalar una esfera que representa el globo terráqueo, sostenido por una mano gigante, que evocan la protección divina.
Pasada la euforia de la inauguración, al ver terminada su obra majestuosa el Maestro Fernández la definió como: «Un Cristo resucitado, quien tiene a sus pies a los doce apóstoles y cuya función es bendecir a Barrancabermeja y dar vida a la ciénaga».
Como curiosidad la imagen vista desde lejos, ya sea desde los edificios que circundan la Avenida los Fundadores o por la parte posterior, desde la zona industrial, desde ambos puntos al detallar la imagen se observa como si cada una de ellas fuera el frente de la imagen. Esto resalta más en horas de la noche cuando los reflectores iluminan la imponente estatua.
Con el tiempo este espacio se convirtió en lugar de encuentros de enamorados, de paseo familiar, tanto en el día como en la noche. Las luces de la noche hacen ver más imponente la imagen. Posteriormente con apoyo de Ecopetrol y la Alcaldía Municipal se aprobaron obras adicionales como el malecón, las tarimas para las festividades comunitarias y un sendero ecológico.
Si viene a Barrancabermeja, no olvide visitar la imponente imagen del Cristo Petrolero. Un recuerdo que vivirá por siempre en su corazón.
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MARCO AURELIO CADENA CH. es un trabajador pensionado de la Empresa Colombiana de Petróleos, Ecopetrol.