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Después de la fiesta

rumbaInforme Especial

 

La fiesta del petróleo que hace unos días le cambio de manera muy sencilla y humilde la cara de la ciudad y permitió que por unos pocos días se viviera un ambiente más relajado y festivo para toda la comunidad porteña que necesitaba un pequeño receso a tantos problemas y situaciones conflictivas que ha vivido en este año, lamentablemente ya paso y le quedo a la ciudad fue un guayabo, que al parecer era previo a las celebraciones, y que devolvió a los barrranqueños a la cruda realidad.

 

El reinado, los conciertos y los desfiles distrajeron a la ciudadanía de los problemas de seguridad, movilidad, empleo, entre otros y si este era su fin cumplió su cometido pero la verdad es que la realidad sigue siendo aplastante con sus deficiencias públicas y problemas constantes. A propósito de esto se pueden dar muchos ejemplos, peor empecemos por el más sonado, es increíble ver como la entidad encargada del tránsito y el transporte en la ciudad, junto con sus funcionarios operativos, se ha dedicado a hacer rentable un negocio, el transporte público formal, a punta de operativos y retenes a pesar de que hay sectores de la ciudad que viven un caos vehicular o que adolecen de una verdadera guía para la movilidad y seguridad, porque los funcionarios encargados de esa labor, de mantener la seguridad y el orden en la calles y vías se dedican a perseguir transportadores informales. En la ciudad se violan todas las normas de transito a cualquier hora del día y en cualquier lugar sin ningún tipo de recomendación, guía o sanción, es solo recorrer la ciudad y comprobar esta situación.

 

Hay otros temas que están más lejos de la atención de la comunidad pero que están en similar o más grave estado, el medio ambiente sigue siendo una deuda pendiente del Estado con la ciudad.

 

Desde la depredación de los cuerpos de agua, pasando por la contaminación de todo tipo en la ciudad, hasta la falta de una infraestructura pública de recolección ecológica de residuos sólidos en calles y parques ha dejado a Barrancabermeja a la merced de la destrucción del medio ambiente, principal herencia recibida por los habitantes de esta municipalidad. Punto aparte esta lo relacionado con la celda transitoria, un real problema que no ha sido dimensionado en su gravedad por la población y que puede convertirse en un verdadero dolor de cabeza, en parte por el titubeante accionar de un gobierno local que improvisa más que lo que planea y porque no se ha ni comunicado realmente lo que sucede ni se ha dado una solución real a una situación apremiante.

 

No hay que olvidar la situación del espacio público, cada vez mas asediado por vendedores, comerciantes, constructores, vehículos de todo tipo y comunidad en general con la clara complacencia y absoluta indiferencia de la administración municipal. Es indispensable recuperar las calles, andenes, parques y separadores para toda la comunidad, evitando esa privatización velada de lo público de parte de unos pocos que debido a la inactividad gubernamental han creído que la transgresión de la norma se ha convertido en lo habitual y el respeto de lo de todos es lo extraordinario.

 

Es momento de preparar mejor a la ciudad para la próxima fiesta del petróleo, creando verdaderas condiciones para que sea otra localidad, una mejor, mas cívica, consciente y amable, pueda disfrutar mejor de las celebraciones y que el desarrollo económico que se ha visto se refleje en desarrollo público y ciudadano, eso sí bajo el liderazgo del gobierno local que debe liderar el cambio, parte central de su discurso electoral, pero que hasta el momento se ha quedado en retorica y formalismo con mínimo o nulo impacto y asimilación por los habitantes de esta municipalidad. La tarea es clara y la responsabilidad es común a todos los que viven en esta tierra, más aun si se quiere ver crecer esta ciudad no solo con edificios y obras, sino con sus instituciones y ciudadanía.

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