El principio de “una persona, un voto” es uno de los pilares fundamentales de la democracia liberal moderna. Esta consigna, que hoy damos por sentada en gran parte del mundo, fue una conquista de las ideas liberales que buscaban la igualdad y la representación equitativa en los sistemas de gobierno.
Con su implementación, se reconoce que cada individuo, sin importar su nivel socioeconómico, género, raza o ideología, tiene derecho a una participación justa en la toma de decisiones colectivas.
Este principio democratizador marcó el tránsito hacia una sociedad más equitativa, en la que cada voto cuenta de manera igualitaria, constituyendo la base de la legitimidad de los gobiernos en las democracias.
Sin embargo, este concepto no siempre ha sido una realidad y, a menudo, se ha visto desafiado por intentos de manipulación y control político.
¿Qué pasa en el anacrónico Partido Liberal de César Gaviria?
En el contexto colombiano, resulta sorprendente y, para muchos, indignante que en la Convención del Partido Liberal se pretenda vulnerar esta premisa fundamental.
En particular, el director del partido, César Gaviria, ha promovido una resolución que permite a ciertos jefes políticos regionales, que tienen afinidad con su liderazgo, recoger los votos de los delegados para votar en su nombre.
Este movimiento contraviene el principio democrático de que cada representante, en este caso, cada convencionista, debe ejercer su voto de forma libre y consciente.
La colecta de votos a través de intermediarios distorsiona la naturaleza de la representación y abre las puertas a prácticas antidemocráticas que debilitan el poder individual y consciente de los delegados.
La importancia de que cada persona tenga su propio voto y de que éste se emita sin intermediarios es esencial para garantizar una democracia verdadera.
Gaviria pretende acabar la democracia interna del Partido Liberal
Al permitir que algunos delegados representen no solo su propio voto sino el de otros, se crea un sistema de influencia en el que aquellos con mayor poder o control sobre otros pueden acumular una representación desproporcionada.
Esto, además de deslegitimar los procesos internos del partido, socava la confianza de los ciudadanos en el sistema democrático, ya que pone en duda si las decisiones se toman en función de los intereses de la colectividad o en función de unos pocos con influencias particulares.
“Una persona, un voto” es una vieja reivindicación ganada por las ideas liberales que hoy se aplica en las democracias del mundo. Suena increíble que en la convención del @PartidoLiberal mediante una resolución de su director se impulse a caciques a recoger los votos de los…
— Luis Fernando Velasco Chaves 🚩 (@velascoluisf) October 28, 2024
La postura de aquellos que se oponen a esta resolución en la convención del Partido Liberal – como el ex ministro Luis Fernando Velasco – no solo es comprensible, sino también necesaria para salvaguardar el principio de una democracia representativa.
En particular, sus críticas no son solo hacia la figura de Gaviria, sino hacia una estructura que permite este tipo de concentraciones de poder y que podría fomentar el clientelismo y el autoritarismo dentro de la democracia interna del partido.
Traición a los valores del Partido Liberal Colombiano
Para los demócratas comprometidos con una verdadera representatividad, esta resolución se percibe como un acto de traición a los valores que una organización política, especialmente de corte liberal, debería defender.
La idea de que cada convencionista vote según su conciencia, sin mediaciones ni presiones externas, es fundamental para respetar el valor de la representación.
Quienes buscan anular esta resolución antidemocrática señalan que no solo es una lucha por la transparencia y la equidad en los procesos de decisión interna, sino también un acto de respeto hacia todos los miembros del partido y, en última instancia, hacia la ciudadanía.
Permitir que una resolución de esta naturaleza se mantenga no solo debilita al partido como institución democrática, sino que envía un mensaje preocupante sobre el estado de la democracia en Colombia.
Defender el principio de “una persona, un voto” es defender la base misma de la democracia.
En este contexto, es alentador ver que existen miembros del Partido Liberal dispuestos a dar la batalla en contra de una medida que, para muchos, resulta profundamente antidemocrática y opresiva.
Es una lucha por garantizar que las decisiones se tomen en función de las ideas, propuestas y conciencia de cada uno de los delegados, y no como una manifestación de poder concentrado en unos pocos líderes.
La batalla en contra de esta resolución es, en última instancia, una batalla en defensa de una democracia que respete y represente genuinamente la voluntad de sus miembros, un ideal que debería guiar siempre el actuar de cualquier partido o institución democrática.
El rechazo a esta resolución en el Partido Liberal colombiano refleja un compromiso con el principio de que el voto es un derecho individual, inalienable y consciente. Defender este principio es fundamental no solo para la credibilidad del partido, sino también para la salud democrática de la nación en su conjunto.
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