Inicio Noticias Especiales El desorden en las licencias de conducción, un abuso oficial.

El desorden en las licencias de conducción, un abuso oficial.

Por: Daniel Samper Pizano.

 

Los ciudadanos tienen derecho a que el Estado les ofrezca sistemas modernos y eficientes de documentación, no colas, sanciones y regaños.

 

El Gobierno, a través del consejo de ministros, aplazó la fecha final de renovación de los pases de conductor. No dijo entonces cuál sería el nuevo límite, pero resulta curioso que se necesite la presencia de todos los ministros y el Presidente de la República para una decisión que podría dictar un subsecretario. Hasta un escolar es capaz de concluir que, si necesitaron seis meses para expedir un millón de documentos, será imposible entregar los dos millones que aún faltan en el plazo de tres semanas.

 

En Cundinamarca, por ejemplo, hace tres días se habían renovado 8.000 de los 200.000 pases que deberán atravesar los trámites que fijó el Ministerio de Transporte. En Antioquia apenas 170.000 conductores se han acercado a las oficinas donde se realiza la ceremonia burocrática: faltan 510.000.

 

La primera tentación es la de culpar a los ciudadanos por “dejar las cosas para lo último” y la segunda es la de negarse a extender el plazo porque, de hacerlo, “se premia al que incumple con su deber”. Es decir: la culpa es de los malos hijos de la patria por negligentes o improvidentes. Pero ocurre que los hijos de la patria han hecho colas insoportables desde la madrugada para sacar los papeles, se han expuesto a ventanillas que cierran de improviso y cientos de inválidos y ancianos pasan esperando horas su turno, a pesar de que ellos gozan de “tratamiento especial”. Son millones de horas perdidas.

 

No. El caos de los pases no es culpa de los ciudadanos, como ahora dicen los que han debido organizar las cosas de manera que no se presentaran estos atascos y hubiese pronta y completa información. La responsabilidad es de unos funcionarios incapaces y de la ineptitud del sistema diseñado. Hilando fino, podría pensarse que estamos ante una violación de los derechos sociales y económicos de los asociados. La Constitución Nacional garantiza a los ciudadanos una serie de valores: desde la libertad de expresión hasta el ejercicio del deporte, pasando por el medioambiente, la salud, el voto y la educación.

 

No resulta exótico alegar que el tiempo y la tranquilidad merecen protección similar. El primero, sobre todo, es un recurso no renovable ni rescatable. Ya que la Constitución Nacional obliga al Estado a regular “la calidad de bienes y servicios ofrecidos a la comunidad” (Artículo 80), ¿no podemos pensar que el Estado atropella derechos de la gente cuando la obliga a hacer filas durante largas horas –y en muchos casos, a viajar a otra ciudad– para reclamar un documento sin el cual muchos colombianos no pueden ganarse la vida?

 

Hace unas décadas era más difícil manejar estos expedientes. Pero hoy es posible comprar toda clase de cosas por internet: máquinas, películas, tiquetes, boletas, música, comida, ropas, libros, vinos, zapatos, animales… En muchos países se realizan toda suerte de gestiones sin moverse de casa: la declaración de impuestos, los movimientos bancarios, el aprendizaje de un máster, las aprobaciones notariales, los trámites de viajes…

 

Si al gobierno colombiano la única fórmula que se le ocurre para renovar pases es la cola milenaria, la chichonera, la espera interminable solo salvable mediante la palanca o el intermediario, el problema es suyo: no culpe a los ciudadanos.

 

En el último mes han caído niñas por alcantarillas destapadas, se ha cortado la energía eléctrica en Bogotá y otras ciudades, se ha comprobado una vez más el deterioro de las carreteras. ¿No dizque el Estado debe velar por la buena calidad de los servicios? Pues que empiece por aceptar que el Gobierno es el causante del apocalipsis de los pases, que nos debe una explicación a los ciudadanos y que es hora de contratar un equipo de informáticos que monte un sistema ordenado y eficiente de renovaciones a través de computadores.

 

No hay derecho a que a estas horas del siglo XXI se siga robando el tiempo y el sosiego a quienes sostienen con sus impuestos este aparato ineficiente, regañón y abusivo.

 

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DANIEL SAMPER PIZANO es un periodista colombiano que se puede contactar en el correo electrónico: cambalachetiempo@gmail.com

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