Por: Edgar Daniel Rodao.
El idioma español es la tercera lengua más hablada del mundo utilizada por más de 500 millones de personas en todo el planeta. El español es la lengua oficial de 19 países en América, además de España y Guinea Ecuatorial, con una asombrosa penetración en los Estados Unidos en donde se considera que más de 50 millones de personas lo hablan como su lengua nativa. Aún así, la gran mayoria de hispanoparlantes, muchos de ellos con posiciones de liderazgo en nuestra sociedad, no lo hablan ni escriben correctamente.
Jairo Cala Otero es un periodista oriundo de Bucaramanga, con 58 años de edad de los cuales casi 40 ha dedicado al periodismo. Sin embargo, en los últimos años, por cuenta de ese maltrato que ha venido sufriendo el idioma español, debido a la escasa educación idiomática de un gran sector de nuestra población, el empobrecimiento del lenguaje en las comunicaciones y el acecho cada vez más fuerte de nuevas expresiones gramaticales en la red informática, lo han llevado a adelantar una gran cruzada a favor de nuestro idioma, dedicándose por completo al periodismo educativo, como orientador y consejero en la preservación de las reglas y principios que regulan nuestro idioma, buscando una buena comunicación entre las personas y la composición de buenos textos escritos.
Se inició en el periodismo el 16 de abril de 1972, siendo estudiante del colegio Cooperativo de Bucaramanga en un periódico parroquial de nombre ‘Mensaje’ que dirigía entonces el sacerdote, Ismael Mejía Calderón, ya fallecido.
Estudió periodismo en el Instituto Pro Educación de Latinoamerica cuya sede principal estaba en Miami, (Estados Unidos), y su sucursal para Colombia estaba en Bogotá pero que cerró sus puertas a comienzos de los años 80.
Ha estado vinculado con El Tiempo, El Espacio, La República, RCN, Caracol y en casi todos los medios de comunicación de Bucaramanga. También prestó, temporalmente, sus servicios al semanario La Noticia de Barrancabermeja y en el año 2007 obtuvo un ‘Pluma de Oro’ otorgado por la APB (Asociación de Periodistas de Barrancabermeja) en la modalidad, reportaje para prensa, por un trabajo titulado: «Los secretos bajo las tumbas de las AUC» que mereció la elogiosa crítica del jurado.
Jairo Cala se define como autodidacta y es considerado en Bucaramanga y en todo el departamento como uno de los periodistas más instruidos en las técnicas de la expresión oral y escrita. Tiene 3 hijos y lleva una vida cómoda y tranquila en su natal Bucaramanga.
Barrancabermeja Virtual (BV): ¿Podemos decir que su principal objetivo en la actualidad es impulsar el buen uso del idioma español?
Jairo Cala Otero (JCO): Después de transitar durante más de 30 años por diferentes medios de comunicación, efectivamente, hoy estoy dedicado a una campaña en defensa de nuestro bello idioma. Tras dedicarme a estudiar regularmente la gramática española básica, ahora fomento entre colombianos y ciudadanos de otros países de habla hispana la escritura y el habla correctas de este idioma; sensibilizo sobre la importancia de hacerlo; e imparto talleres sobre esa materia; y pronuncio conferencias sobre la comunicación eficaz en las relaciones interpersonales y la poderosa influencia de las palabras en la vida humana.
BV: ¿Por qué es importante proteger un idioma?
JCO: Porque, además de constituir un legado cultural de profunda vitalidad en la comunicación humana, un idioma es la vía más expedita que puede existir para facilitar la interrelación entre las personas. Si no existiesen reglas para escribir y hablar no se habría superado todavía la historia de la Torre de Babel. Cada hablante se expresaría de cualquier modo, y, a lo mejor, serían pocos los que pudiesen entenderle. O estaríamos usando aún las señales de humo de nuestros antepasados, para comunicarnos.
BV: ¿Qué opina de quienes dicen que la ortografía, la gramática en general y las reglas de un idioma no son importantes?
JCO: Yo comprendo a esas personas, y les tengo mucha conmiseración y respeto. Sé que lo dicen desde la oscuridad de su ignorancia. Las normas gramaticales, de ortografía y de puntuación en un idioma (caso específico, el español) son vitales e irrenunciables. Imagínese cómo fuese el enredo idiomático en nuestra comunicación si cada ser humano adoptara, a su antojo, la forma que más le pareciera «adecuada» para llamar objetos, animales y personas; y para describir hechos y situaciones. ¿Quién entendería a quién? Por supuesto, estoy hablando del lenguaje esmerado.
Porque hay quienes escriben sin norte alguno, pero su comunicación es de muy bajo nivel. He conocido casos de personas que han perdido oportunidades laborales por tener mala escritura o pésima ortografía, o por escribir sin puntuación correcta; o, en extremo, por los tres fenómenos juntos. Alguna vez vi a un seleccionador de trabajadores en una empresa cuando botaba una hoja de vida al cesto de la basura, porque la aspirante tenía alguna de esas fallas.
BV: ¿Podemos afirmar que la ortografía forma parte de la imagen de una persona?
JCO: ¡Estupenda comparación! Las palabras son una impronta sensible en la vida de las personas. Ellas nos «desnudan» ante los demás; nos presentan de cuerpo entero ante otros, y dicen (porque ellas hablan) quiénes somos, qué carácter tenemos, cómo pensamos, qué sentimos; si contamos con alguna formación intelectual o somos descuidados en eso, etcétera. Luego la ortografía nos revela tal cual somos ante quienes leen lo que escribimos. ¿Se imagina usted a un escritor consagrado que escriba con errores de ortografía? Lo primero que le habría pasado es que ¡jamás hubiese sido escritor! Hay que hacer un ejercicio sencillo: leer un escrito de alguien; luego, reflexionar sobre su contenido. De allí nos formaremos un concepto de aquella persona, ¡aunque no la hayamos visto ni tratado nunca!
BV: Con las nuevas tecnologías se ha creado una pobreza lingüística. Se dice, por ejemplo, que desde hace más de 10 años los jóvenes hablaban con unas 800 palabras y ahora hablan con menos de la mitad. ¿Cómo ve usted esta situación? ¿Por qué se da este fenómeno?
JCO: Yo admiro la tecnología y soy uno de sus muchos usuarios. La Internet y la telefonía celular, para solo citar dos casos, son magníficos canales de comunicación; facilitan con rapidez asombrosa la cercanía entre personas. Pero millones de personas en el mundo hacen muy mal uso de tales herramientas; por sí mismos, tales medios no son los «culpables» del deterioro de un idioma (el español, en nuestro caso). Son quienes los usan, que por ignorancia, o por descuido, o desdén, o todo junto —lo cual es catastrófico, idiomáticamente— optaron por darse a la idea (errónea, por supuesto) de que por esos medios no deben usarse las normas gramaticales. De ese concepto desviado surgió el esperpento que pareciera otra lengua espuria, desatinada y sin brillantez que hoy conocemos en Internet. El fenómeno es fruto de la ignorancia de muchos sobre la trascendencia de las palabras correctas en nuestro entorno.
BV: ¿En la mala ortografía podrán estar influyendo las nuevas formas de escritura por cuenta del surgimiento de nuevas tecnologías? ¿Usted que opina?
JCO: No es cierto que los mensajes de texto no necesiten ortografía, ni orden y coherencia. Son los usuarios descuidados y sin formación académica frente a la importancia del idioma quienes inventaron esa premisa; y la aplican, sin reflexionar un segundo acerca de los perjuicios de comunicación imperfecta que ellos mismos se infligen. Lo grave no es que tales personas crean que «de cualquier modo» les entienden los otros, sino que sus cerebros se están programando, día a día, con esa escritura advenediza y sin ningún sustento lingüístico; cuando adquieran otros niveles de formación personal y profesional es cuando se encontrarán con graves problemas de comunicación. Porque chocarán con docentes universitarios o con empleadores rigurosos y respetuosos de los buenos estilos de escritura, ortografía y puntuación que les exigirán excelente presentación en los documentos escritos que les confíen. ¡Entonces será la debacle para esos ciudadanos!
BV: ¿Qué opinión le merece a usted la enseñanza que desde las escuelas y colegios se imparte con relación a la defensa del idioma español?
JCO: Sería injusto al generalizar. Pero en realidad hay maestros (conozco varios casos) que son un desastre con su comunicación escrita: tienen faltas de ortografía, o les da lidia la sintaxis en las oraciones gramaticales. ¿Cómo pueden enseñar con corrección a sus alumnos? El mejor método de enseñanza es el ejemplo, no hay que olvidar eso. El Ministerio de Educación no le concede la importancia que el idioma tiene y se merece. Ni aun considerando que por Constitución Política el español es el idioma oficial de Colombia. ¿Cuándo hemos escuchado o leido acerca de una gran campaña del Gobierno para defender el uso correcto del español? ¡Nunca!
BV: ¿Qué tal es el uso del idioma por parte de nuestros periodistas?
JCO: ¡Deplorable! En donde más errores gramaticales, de ortografía y puntuación se producen es en los medios de comunicación. El periodista de las últimas décadas es un prototipo de la inmediatez, la pereza para conocer a fondo su herramienta fundamental, que es el idioma; y de la soberbia, en algunos casos, para corregir lo que se le enseña para que sea mejor profesional. Por tantos barbarismos que se cometen en la prensa, la radio y la televisión colombianas yo emprendí mi campaña en defensa del español. Comenzó el 27 de mayo del 2004, y la siguen más de diecinueve mil personas, a quienes les envío mis apuntes idiomáticos a sus correos electrónicos.
Al principio, fue un pasatiempo, y gradualmente se me convirtió en el apostolado que es hoy.
BV: ¿Cuáles son los errores más comunes que cometemos los periodistas?
JCO: ¡Son infinitos! Pero puedo resumir ese mal diciendo que la inmensa mayoría comete errores de puntuación, discordancias de género y número (mezclan plurales con singulares; o mascuinos con femeninos); equivocan la semántica en muchos casos; y usan redundancias todos los días. Lo grave es que no corrigen, siguen en la misma tónica diariamente. A muchos les parece que vale más su imagen física, o su nombre, que su conocimiento intelectual sobre su idioma. Es un contrasentido que quienes fungen como comunicadores no sepan comunicarse bien. Mi campaña se enfoca en el uso correcto del español, no en criticar mordazmente a mis colegas periodistas.
Eso debe ser claro. Si bien las noticias que llevan errores gramaticales son el material prioritario de mis boletines idiomáticos, no hay que olvidar que también incluyo errores de la gente del común.
Todos los días hay quienes hablan y escriben mal. En mis boletines abogo porque se respeten la normativa del idioma, y su pureza y elegancia. No ataco a nadie, no tengo razones para hacerlo; y si las tuviese, ese no es mi estilo. Me parece ruin y propio de gente mísera. Ese tampoco es mi perfil humano.
BV: ¿Cuáles son las causas por las que existe un reiterado uso incorrecto del idioma?
JCO: Influyen en este fenómeno varios factores, y todos, finalmente, están entrelazados. La lectura es pésima en Colombia, la mayoría de compatriotas no toca un libro en todo un año. Leer proporciona apertura mental, brinda conocimientos en muchos tópicos; enseña ortografía, redacción, puntuación y expresión oral; y proporciona el deleite de usar la mente a los más altos niveles de imaginación y ensoñación de la mano de los escritores. Quien lee habitualmente se hace docto y hábil para hablar y escribir. La falta de estudio de la gramática del español, las creencias absurdas sobre permisivas «licencias» para «escribir y hablar como nos dé la gana», la ausencia de cruzadas vigorosas del magisterio y el Gobierno en defensa del idioma oficial de Colombia son, además, otras causas para que en nuestro país millones de ciudadanos escriban y hablen mal.
BV: ¿Qué aconseja usted para que se haga un buen uso del idioma?
JCO: En primer lugar, tomar interés por hacer «amistad» con las palabras. Si se mantiene el «divorcio» de hoy con ellas, más se alejarán los desdeñosos de la posibilidad de superar barreras de comunicación eficaz y efectiva. En segunda instancia, habituarse a la lectura; a medida que lean descubrirán los inmensos beneficios que ese ejercicio proporciona; estudiar la gramática elemental del español y escribir —ojalá diariamente— para practicar escritura, ortografía y puntuación. La mente humana es una «caja de sorpresas» gratificante si se la sabe usar, pero hay que abrirla a diario para extrarle sus riquezas.
BV: ¿Usted dicta cursos especiales de ortografía, gramática y redacción?
JCO: Sí, señor. Desde hace nueve años, cuando comencé mi cruzada en favor del español, atiendo requerimientos desde distintas ciudades de Colombia para dictar talleres de escritura, ortografía y puntuación. Generalmente, son empresas o grupos definidos los que me contactan. También hago talleres de oratoria en público, para quienes quieren vencer los miedos que se sienten al hablar ante otras personas; y conferencias de crecimiento humano. En esas capacitaciones pueden participar todas las personas que deseen hacerlo, sobre todo, aquellas que tienen dificultades en la escritura y la expresión verbal. Mi método es pedagógicamente sencillo, y va acompañado de un seguimiento por correo electrónico para reforzar la enseñanza.
BV: ¿Tiene algo más que agregar?
JCO: Que con mi campaña para usar correctamente nuestro idioma no pretendo, ni pretenderé, forzar a nadie a que escriba con ajuste a las normas si no quiere hacerlo; no tengo, además, poderes omnímodos para lograrlo. Es una cruzada educativa para quienes la quieran aprovechar.
Los demás, se tendrán que enfrentar a la cruda realidad más tarde, cuando necesiten escribir o hablar bien y no puedan porque no saben cómo hacerlo. Y, si los lectores de Barrancabermeja Virtual quisieran comunicarse conmigo, podrán hacerlo por el correo: [email protected]
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Entrevista concedida el día sábado 9 de febrero de 2013 a Barrancabermeja Virtual.
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