(Informe Especial).
Se calcula que en Barrancabermeja unas 15.000 personas son alcohólicas o tienen problemas de alcohol. «Esta es una enfermedad crónica y progresiva, pero si se busca ayuda, la persona puede tener una vida normal», explica la sicóloga barranqueña, Elba Lucía Torres Duarte.
Aunque no se conocen las causas del alcoholismo, estudios indican que determinados genes pueden aumentar la posibilidad de que una persona se convierta en alcohólico. Por otra parte, muchos especialistas piensan que es consecuencia de otra enfermedad mental que sufre la persona.
«Algunos individuos con depresión, problemas de ansiedad o bipolares usan el alcohol para controlar o enfrentar los síntomas propios de la enfermedad que padecen», dice la doctora Torres. «Luego la bebida se convierte en un ‘medicamento’ para poder manejar determinadas situaciones», agrega.
Según el Grupo La Esperanza de Alcohólicos Anónimos con sede en Barrancabermeja, el alcohólico tiene rasgos bien definidos. Así como a una persona le da antojo de comer chocolate, en el alcohólico el antojo es por beber alcohol. Además, es un individuo que no puede dejar de tomar una vez que comienza. Con el tiempo, desarrolla dependencia física al alcohol y presenta síntomas propios del síndrome de abstinencia como náusea, sudoraciones y temblor en todo el cuerpo cuando deja de ingerirlo.
Por último, la costumbre de beber lleva a que el cuerpo del enfermo le pida cada vez una mayor cantidad de alcohol para poder sentir la euforia y placer que necesita para realizar actividades cotidianas.
El alcohólico es una persona emocionalmente inmadura porque en vez de usar destrezas como la comunicación, la empatía, meditar o hacer deporte, para enfrentar emociones fuertes, está acostumbrado a usar el alcohol.
Además la persona utiliza muchos mecanismos de defensa como la mentira y ponerse en el papel de víctima para poder tomar o justificar su comportamiento. Es muy común que busquen pretextos para beber, justificando el consumo, diciendo por ejemplo, ‘tengo demasiado trabajo, así que me merezco un trago’», indica la sicóloga Elba Torres.
En la mayoría de los casos, el alcohólico tiene una vida con mucho caos a su alrededor. Por ejemplo, se enfrenta a muchos problemas en su familia y en el trabajo, justamente porque es emocionalmente inmaduro y no tiene destrezas para manejar el temor, la ira, la frustración y el dolor, entre otras emociones.
Además de alterar la personalidad, el alcoholismo puede traer serios problemas al organismo. Aumenta las posibilidades de desarrollar cáncer, puede causar daño severo al hígado, al cerebro y a otros órganos. En una mujer embarazada, consumir bebidas alcohólicas causa daños irreparables al niño. Las personas que beben son más propensas a tener accidentes de tránsito y a cometer delitos e, inclusive, a intentar suicidarse.
En el alcoholismo hay dos categorías.
En la primera categoría está el individuo físicamente adicto al alcohol y que sigue bebiendo pese a problemas de salud, con su familia y en el ámbito laboral. En otras palabras, el alcohol es el que controla la vida de esta persona.
El segundo tipo se refiere a la persona que abusa del alcohol y que eso conlleva a problemas con su entorno, pero que no está adicto físicamente.
Hay diferentes criterios para determinar si una persona es alcohólica o no. «Si un agente de la tránsito le aplica una multa por estar manejando bajo influencia del alcohol, no necesariamente significa que usted es alcohólico, pero debe tener cuidado».
Cuando la bebida interfiere en su vida diaria, deja de trabajar o interfiere en sus relaciones personales, «tiene un problema que debe tratarse», agrega la sicóloga Elba Torres.
Otros síntomas del alcoholismo es beber solo, ponerse violento, volverse hostil cuando alguien lo confronta sobre el tema y el no poder controlar la cantidad que está tomando.
Lo más importante es que si las personas alcohólicas buscan ayuda, pueden recuperarse.
«La clave es que la persona realmente quiera sanarse. En otras palabras, «si usted necesita ayuda, debe estar preparado para ayudarse a sí mismo», explican en el grupo La Esperanza de Alcohólicos Anónimos.
Idealmente, la forma más eficaz de combatir el alcoholismo es dejando de tomar completamente, lo que se conoce como abstinencia. Para lograr esto se necesita mucho apoyo de la familia y de los seres queridos y usualmente implica cambiar de vida. Es decir, dejar las amistades de antes y cualquier cosa que provoque ese deseo de beber. Un propósito que bien vale la pena.
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