
Este 20 de julio, Día de la Independencia de Colombia, no solo marcó una conmemoración patria más, sino también un momento de alta tensión política en el Capitolio Nacional, durante la posesión de la nueva Junta Directiva del Congreso.
El presidente Gustavo Petro, en un discurso firme, cargado de cifras y memoria histórica, se dirigió al país para rendir cuentas y defender su gestión, mientras una parte del Congreso lo abucheaba.
Pero como bien le recordaron sus seguidores a esos congresistas opositores: “Tranquilos, él no les habla a ustedes, les habla a los trabajadores, al pueblo, a quienes tienen madre obrera y lo escuchan con esperanza”.
Desmontó las narrativas de terror
Desde el estrado, Petro desmontó punto por punto las narrativas de terror que, según él, han sido impulsadas por los grandes medios de comunicación y sectores de oposición. Lo hizo con números en mano, contrastando su administración con la de su antecesor, Iván Duque, desmintiendo noticias falsas y mostrando que los avances sociales y económicos son tangibles, medibles y sostenidos.
Entre los logros económicos destacados por el Presidente se encuentran:
Inflación: se redujo del 13,8% (al cierre del gobierno anterior) al 4,82% en 2025.
Inflación de alimentos: pasó del 25% a solo 4,6%, un alivio clave para los hogares más pobres.
Consumo: aumentó en 3,8% durante el primer semestre de 2025.
Agricultura: creció 7,1%, con un aumento del 40% en exportaciones agrarias.
Entrega de tierras: 601.000 hectáreas fértiles han sido recuperadas y entregadas.
Industria manufacturera: creció un 3,7% en el presente año.
Crecimiento económico: el PIB creció 2,7% interanual en el primer trimestre.
Crédito urbano: creció un 29% más que en el periodo anterior.
Turismo: alcanzó un récord de 7 millones de visitantes en 2024, con ingresos de 10 mil millones de dólares anuales.
Crédito agrario entregado: 33 billones de pesos, una cifra sin precedentes.
En el ámbito militar y policial
Petro resaltó una transformación profunda. “Los soldados de la patria ya no ganan solo 300 mil pesos al mes. Ahora ganarán el salario mínimo: $1.423.000”, afirmó.
Además, mencionó mejoras en la alimentación, la devolución de la mesada 14 para los pensionados de la fuerza pública, y un 22% de aumento en el presupuesto de la Policía Nacional.
Se incorporaron 14.184 nuevos policías, se construyen 32 nuevas sedes policiales, y 4083 becas universitarias y de posgrado han sido entregadas a miembros de la institución.
La educación pública fue otro eje de su intervención.
De 520 mil estudiantes de pregrado en universidades públicas en 2022, hoy se acercan al millón. “Hemos ampliado 155 mil cupos más para jóvenes que quieren estudiar”, enfatizó, reiterando que la educación es la herramienta más poderosa para transformar el país.
Petro también aprovechó el espacio para hacer un llamado de atención a la oposición: “Durante mi gobierno, este Congreso no ha debatido sobre violencia de Estado. No lo ha hecho, porque este gobierno no la ejerce. Esa es la diferencia”, afirmó, en clara alusión a los vínculos del pasado entre sectores políticos, las fuerzas armadas y grupos paramilitares. “Aquí se debate sobre reformas, no sobre crímenes de Estado”, remarcó.
Pero la escena no estuvo libre de contrastes.
El discurso del presidente saliente del senado Efraín Cepeda, férreo opositor del gobierno, fue calificado como un ejercicio de retórica desgastada, que evidenció —según muchos observadores— la desconexión de ciertos sectores con las demandas sociales.
“Un cliché, un chicle sobre masticado, refrito con grasa sobresaturada”, lo calificaron desde distintos sectores progresistas, asegurando que Cepeda representa la vieja política, la que privilegia los intereses de las élites por encima del bienestar de las mayorías.
En palabras de los críticos de Cepeda, su mayor logro fue demostrar “cómo un Congreso dirigido por fuerzas contrarias al cambio puede convertirse en una muralla contra el Estado Social de Derecho”, bloqueando reformas necesarias hasta el último momento.
Cepeda como «guardián del inmovilismo«, supo cómo frenar el avance de políticas progresistas, pero su legado termina envuelto en críticas por falta de propuestas sustanciales.
El mensaje de Petro al Congreso fue claro:
Este gobierno es diferente, se centra en el pueblo, en la paz, en la redistribución de la riqueza y en el acceso a derechos fundamentales. Y aunque las tensiones políticas continúan, el Presidente cerró su intervención reafirmando su compromiso con las reformas sociales y económicas.
Afuera, la ciudadanía escucha. Los trabajadores, los campesinos, los jóvenes, los policías, los soldados y las madres obreras reconocen que, por primera vez en mucho tiempo, un Presidente les habla directamente, sin intermediarios ni promesas vacías, sino con resultados concretos. Porque, como dijo un seguidor: “Eso es lo que importa”.