
La Clínica Fundación Santa Fe de Bogotá, reconocida como una de las instituciones médicas más prestigiosas de Colombia, enfrenta una de las crisis de credibilidad más graves de su historia.
Tras el atentado contra el senador Miguel Uribe, un hecho lamentable que debe ser rechazado sin ambigüedades por todos los sectores políticos, la institución se ha visto envuelta en un torbellino de versiones contradictorias, cuestionamientos éticos y denuncias de politización.
El papel del Centro Democratico
Desde el momento en que se conoció el atentado, el partido Centro Democrático, al que pertenece el senador Uribe, ha utilizado el hecho como eje central de su estrategia política, aprovechando todos los medios a su alcance para responsabilizar —sin prueba alguna— a sus opositores políticos y posicionar mediáticamente a Miguel Uribe como la figura presidencial del futuro.
Esta sobreexposición mediática, sin precedentes, ha desatado una avalancha de actividades que incluyen misas, conciertos, maratones y manifestaciones públicas de solidaridad, muchas de ellas promovidas y amplificadas por medios tradicionales en horario triple A.
Lo preocupante es que todas estas actividades han tenido como escenario la Clínica Fundación Santa Fe, lo que ha encendido las alarmas sobre la aparente permisividad de la institución frente a un espectáculo mediático que no respeta la privacidad de los demás pacientes ni los principios básicos de bioética.
¿Qué papel desempeña la clínica?
Incluso, se ha llegado a señalar que la clínica podría estar siendo cómplice —por acción u omisión— de una estrategia de propaganda que utiliza un hecho doloroso para fines electorales.
Según información oficial de la clínica, al senador se le han practicado ocho operaciones craneales en menos de un mes, algo que ha generado escepticismo entre sus contradictores, quienes desde el primer día han planteado dudas no tanto sobre la veracidad del atentado, sino sobre la gravedad real de las lesiones.
A pesar del uso constante del caso en los medios, la condición de salud del senador continúa siendo un enigma. La falta de información clara y objetiva alimenta aún más las sospechas de que el hecho está siendo manipulado políticamente.
Un nuevo hecho encendió aún más las alarmas.
Se trata de una fotografía publicada en redes sociales, presuntamente por la esposa del senador, en la que se observa su mano reposando sobre lo que sería el abdomen de Miguel Uribe.
Aunque la imagen no muestra el rostro del paciente, los elementos visibles —como electrodos, joyas y la disposición general— no parecen corresponder con los protocolos de bioseguridad que se esperan de una UCI de alta complejidad como la de la Clínica Santa Fe.
La fotografía, en lugar de generar tranquilidad, ha profundizado la sensación de que se están rompiendo protocolos médicos y éticos en función de una narrativa política.
La pregunta que hoy se hacen muchos ciudadanos, analistas y sectores de la opinión pública es clara:
¿Qué está ocurriendo realmente en la Clínica Santa Fe?
¿Cómo es posible que un centro médico de tan alta reputación permita este tipo de prácticas en medio de una crisis tan delicada?
¿Dónde está la transparencia que siempre ha caracterizado a esta institución?
Ante este escenario, se hace urgente que la Fundación Santa Fe brinde claridad sobre el estado real de salud del senador Miguel Uribe, sobre el cumplimiento de sus protocolos y sobre su papel en medio de una narrativa que parece desbordar los límites éticos.
La credibilidad de la clínica está en juego, y con ella, la confianza de millones de colombianos en un sistema de salud que debería estar por encima de cualquier interés político o electoral.