
Daniel Coronell, alguna vez símbolo de rigor y credibilidad en el periodismo colombiano, protagonizó recientemente una entrevista con el presidente Gustavo Petro que dejó más preguntas sobre su ética profesional que sobre el mandatario.
Lo que prometía ser un ejercicio de alto nivel informativo se convirtió en una vitrina de contradicciones, complacencias y omisiones que han puesto en duda su independencia como comunicador.
Crítico selectivo, complaciente estratégico
Durante la conversación, Coronell mostró una actitud confrontativa hacia Petro, pero sorprendentemente blanda frente a figuras como Donald Trump.
El presidente colombiano no tardó en recordarle que las sanciones impuestas por Trump fueron detonantes de la crisis venezolana y del éxodo migrante que hoy enfrenta maltratos en Estados Unidos.
Víctima de su propio invento
“Trump fue víctima de su propio invento”, dijo Petro, evidenciando que las consecuencias de esas políticas no solo afectaron a Venezuela, sino que ahora golpean a los mismos migrantes expulsados por su administración.
La falta de exigencia de Coronell hacia Trump contrastó con su tono inquisitivo hacia Petro, lo que para muchos analistas reveló una parcialidad preocupante.
¿Dónde quedó el periodista que exigía responsabilidad sin importar el poder del entrevistado?
Empatía selectiva y silencios incómodos
Las redes sociales no tardaron en reaccionar. Coronell fue criticado no solo por su actitud complaciente hacia ciertos líderes, sino por la incoherencia emocional en sus posturas.
Ha hablado del dolor que el exilio causó a sus hijos, pero ha guardado silencio ante la tragedia de los niños palestinos en Gaza. Esa selectividad en la empatía ha sido interpretada como una desconexión profunda con los principios humanistas que deberían guiar a cualquier periodista.
Además, su entrevista ignoró temas cruciales: no preguntó por las víctimas de los bombardeos estadounidenses en el Caribe, ni por las consecuencias diplomáticas si estos ocurrieron en aguas colombianas.
Tampoco indagó sobre alternativas comerciales o la reacción latinoamericana ante los insultos de Trump a Petro. Su silencio fue tan elocuente como su falta de profundidad.
El periodista preocupado por sí mismo
La escena final, en la que Coronell confesó irse “más preocupado de lo que llegó”, generó desconcierto. ¿Desde cuándo una entrevista es para tranquilizar al periodista? La crítica fue clara: el rol del comunicador es informar, no protagonizar. Esa frase terminó de sellar la percepción de que Coronell ha perdido el norte.
De investigador a protagonista
Para muchos, esta entrevista fue la gota que colmó el vaso. Coronell, otrora referente de investigación y objetividad, se mostró más interesado en el impacto emocional propio y en el titular llamativo que en la búsqueda de la verdad.
Su transformación hacia un estilo más sensacionalista y menos riguroso ha dejado a su audiencia preguntándose si el periodista que admiraban sigue existiendo.
Hoy, Coronell parece más preocupado por el acolchado de las rodilleras del poder que por la firmeza de sus preguntas. Y en ese gesto, se revela no solo una pérdida de brújula profesional, sino una renuncia a los principios que lo hicieron grande.