
La reciente solicitud de los hijos de Álvaro Uribe Vélez al gobierno de Estados Unidos para que se extradite a los políticos colombianos vinculados al narcotráfico, tras la condena de 12 años por manipulación de testigos y soborno que pesa sobre su padre, ha desatado una ola de reacciones y preocupaciones dentro de la clase política colombiana, especialmente en los partidos tradicionales como el Partido Cambio Radical, el Partido Conservador Colombiano, el Partido Liberal Colombiano e incluso en el mismo Centro Democrático, fundado por el expresidente Uribe.
Desconcierto en los partidos tradicionales
El pronunciamiento de Tomás y Jerónimo Uribe ha dejado desconcertados a muchos de sus seguidores, quienes ven con inquietud la postura de los hermanos, sobre todo porque la propuesta podría poner en evidencia a ciertos sectores de la política tradicional con oscuros antecedentes relacionados con el narcotráfico.
De hecho, estos mismos partidos tradicionales ya tienen un historial polémico, con varios miembros implicados en escándalos de «parapolítica», donde se establecieron nexos con grupos paramilitares y el narcotráfico.
Uribe y la parapolítica
La «parapolítica» es uno de los capítulos más oscuros de la política colombiana reciente, y la posibilidad de que se reabra este debate pone en peligro a muchos actores políticos que gozan de cierto respaldo electoral.
A lo largo de los años, varios miembros de estos partidos, incluidos algunos de los aliados más cercanos de Uribe, han sido condenados o investigados por su relación con el narcotráfico, lo que podría generar una gran crisis dentro de la coalición que aún respalda al expresidente.
El llamado de los hijos de Uribe a investigar a los políticos con pasados oscuros ha tocado un punto sensible, pues, irónicamente, los mismos partidos que respaldaron a Uribe en sus momentos de poder ahora se ven en riesgo de quedar expuestos por la marea de denuncias sobre sus vínculos con el crimen organizado.
Jugando con candela
Parece que los hermanos Uribe, en un intento por justificar y reforzar la postura de su padre, se han metido en una situación peligrosa, al arriesgarse a atacar a sus propios copartidarios y, de alguna manera, a su propio legado político.
Este movimiento ha sido interpretado como una maniobra desesperada, especialmente cuando se tiene en cuenta que los Uribe están buscando utilizar todos los medios posibles para deslegitimar a sus enemigos políticos, entre ellos al senador Iván Cepeda, uno de los más prominentes opositores a la figura de Uribe y quien ha sido víctima de múltiples ataques por parte de los seguidores del expresidente.
Han arrastrado a su propio partido, el Centro Democrático
A través de esta solicitud, los hermanos Uribe han arrastrado a su propio partido, el Centro Democrático, a una controversia aún mayor, ya que su postura parece ir en contra de muchos de los intereses internos del partido.
Este tipo de tensiones podría desencadenar una fractura dentro de las filas del uribismo, que aún lucha por mantener su unidad tras la condena de Álvaro Uribe.
La denuncia de Coronell
Además, el escándalo reciente que involucra a los hermanos Uribe ha tomado un giro aún más oscuro tras las revelaciones del periodista Daniel Coronell.
Coronell, quien también ha sido una víctima visible de la persecución política del expresidente Uribe, ha destapado un nuevo escándalo relacionado con una demanda falsa presentada contra Iván Cepeda, que contenía acusaciones infundadas de narcotráfico.
Según Coronell, la denuncia fue parte de un intento por desacreditar al senador Cepeda justo en los momentos en los que se llevaban a cabo los alegatos en el juicio contra Álvaro Uribe.
Aunque el periodista no puede afirmar con certeza quién estuvo detrás de la denuncia falsa, las coincidencias entre la denuncia y la estrategia del uribismo son demasiado claras para ser ignoradas.
Manipulación y guerra sucia
Este nuevo episodio demuestra cómo la manipulación y la guerra sucia se han convertido en una herramienta común en el tipo de política que practica la derecha colombiana, especialmente entre aquellos que buscan defenderse a toda costa de las consecuencias de sus actos pasados.
La estrategia de los hermanos Uribe, al intentar desprestigiar a Cepeda y otras figuras políticas, podría resultar ser un boomerang que se les regrese en su contra, amplificando la controversia alrededor de la condena de su padre y dejando en evidencia las tensiones internas dentro de su propio círculo político.
La solicitud a Estados Unidos y los recientes escándalos solo evidencian que la derecha colombiana sigue atrapada en una espiral de venganza y acusaciones mutuas, donde la verdad parece estar cada vez más lejos de ser el principal motor de la discusión.
El tiempo dirá si los Uribe han calculado correctamente sus movimientos o si este juego de sombras terminará por desmoronar aún más la figura del expresidente y su legado político.