
La publicación de unos audios en los que el ex canciller Álvaro Leyva discute presuntamente un plan para ejecutar un golpe de Estado contra el presidente Gustavo Petro ha generado una crisis política de alcance internacional.
En las grabaciones, se mencionan nombres clave como el de la vicepresidenta Francia Márquez, la periodista candidata Vicky Dávila, y funcionarios y legisladores estadounidenses, sugiriendo un presunto involucramiento extranjero.
La respuesta del gobierno de Estados Unidos fue rápida y contundente
Sin ofrecer explicaciones ni mostrar disposición a colaborar en la investigación de los hechos, emitió una amenaza de sanciones económicas y bloqueos a intereses colombianos en territorio norteamericano.
Además, exigió al presidente Petro una disculpa formal por haber insinuado una posible injerencia estadounidense.
Esta reacción ha sido duramente criticada por varios sectores, que la ven como una muestra del desequilibrio en las relaciones bilaterales, donde EE. UU., como potencia dominante, impone condiciones sin dar explicaciones.
Petro cede a las exigencias americanas
Petro, en un gesto que ha sido calificado por algunos como de “grandeza política” y por otros como “servilismo diplomático”, optó por emitir una carta en la que expresa su disposición a disculparse si sus sospechas fueron infundadas.
Analistas independientes han planteado una reflexión clave:
¿Qué pasaría si el caso fuera inverso?
Es decir, si unos audios del secretario de Estado norteamericano revelaran una conspiración contra el presidente Donald Trump, en la que participaran funcionarios colombianos, medios y congresistas alineados con tendencias del Partido Demócrata,
¿La reacción de Estados Unidos sería igual de contenida?
Probablemente no. Es muy posible que la respuesta estadounidense incluyera investigaciones de alto nivel, detenciones, sanciones directas, y una fuerte condena pública a la injerencia extranjera.
La comparación deja en evidencia la asimetría con la que opera el poder global y cómo países como Colombia muchas veces deben someterse a exigencias sin reciprocidad.
Oposición ruin sin dignidad nacional
En este contexto, también ha generado indignación la actitud de parte de la oposición colombiana, que en lugar de defender la soberanía nacional o exigir una investigación objetiva, ha actuado como aliada de los intereses de Washington, descalificando al presidente Petro sin matices y validando la presión externa como si se tratara de una autoridad superior incuestionable.
La situación actual abre un debate de fondo sobre la dignidad nacional, la autonomía política y el tipo de relaciones que Colombia quiere mantener con Estados Unidos.
No se trata de desconocer la importancia de ese vínculo, sino de exigir respeto y trato igualitario, especialmente cuando se trata de la estabilidad institucional de un país soberano.
En definitiva, este episodio no solo revela una grave crisis política, sino también la urgencia de revisar las relaciones exteriores desde una perspectiva más equilibrada, en la que la dignidad nacional no se sacrifique en nombre de conveniencias geopolíticas.