
En el camino hacia las elecciones presidenciales, la oposición colombiana ya ha comenzado a perfilar a sus precandidatos. De ellos, lo que más se conoce es su animadversión hacia el presidente Gustavo Petro.
Ese parece ser su principal, y en algunos casos único, tema que tratan en sus intervenciones. Sin embargo, en un país donde millones de ciudadanos enfrentan problemas estructurales a diario, no basta con saber si odian a Petro.
De hecho, ese debería ser el único tema para no tratar en las entrevistas, porque la respuesta es conocida, predecible y, sobre todo, irrelevante.
Lo que Colombia necesita saber es qué soluciones proponen estos precandidatos frente a los problemas reales.
Uno de esos temas urgentes es la reforma a la salud. Petro ha propuesto eliminar la intermediación financiera de las EPS, bajo la premisa de que estas entidades han robado y desviado billonarios recursos públicos.
La oposición se ha mostrado en contra de esa propuesta, pero entonces cabe preguntarles:
¿Cómo van a frenar el desfalco sistemático de las EPS sin eliminar su rol financiero?
¿Cómo piensan depurar y transformar un modelo que, como está, permite que entidades privadas se enriquezcan mientras los usuarios esperan meses por una cita médica o por una cirugía vital?
No basta con oponerse a la eliminación de las EPS.
Si dicen que no las van a desmontar, entonces tienen que explicar cómo van a regenerarlas, cómo van a garantizar que no sigan robando los recursos de la salud y cómo piensan blindar el sistema frente a la corrupción que lo carcome.
Otro tema crucial es la reforma pensional.
La propuesta del actual gobierno busca garantizar una pensión para quienes ganan menos de tres salarios mínimos, un grupo históricamente excluido del sistema.
Antes de la reforma, millones de trabajadores – aunque tenían libertad para escoger el Fondo de Pensiones – eran obligados a cotizar sin tener posibilidad real de pensionarse, y ese modelo solo benefició a las administradoras de fondos.
¿Qué proponen los precandidatos de oposición?
¿Van a volver al modelo donde la cotización era obligatoria, aunque inútil para pensionarse?
¿O tienen una idea viable para asegurar pensiones dignas sin recortar beneficios?
Porque está claro que recortar derechos laborales bajo el discurso de la sostenibilidad no es la solución. Eso ya se intentó durante décadas y solo sirvió para aumentar la desigualdad.
La reforma laboral también necesita respuestas claras.
Muchos de los que hoy buscan ser candidatos se opusieron en su momento a los aumentos del salario mínimo decretados por el gobierno Petro.
Dijeron que esos aumentos afectarían la economía y dispararían la inflación. Sin embargo, esos aumentos representaron un alivio tangible para millones de colombianos en medio de la carestía. Hoy hay que preguntarles:
¿Seguirán defendiendo el discurso de que los aumentos salariales “espantan la inversión”?
¿O reconocen que es posible mejorar las condiciones laborales sin quebrar la economía?
También deben decir cómo combatirán la informalidad laboral sin recurrir, como han hecho en el pasado, a recortar beneficios como las horas extras, el pago nocturno o las vacaciones.
La próxima elección presidencial no se puede reducir al debate emocional de quién está a favor o en contra de Petro.
Lo que los colombianos necesitan saber es cómo estos precandidatos pretenden resolver los problemas estructurales del país. Que odien a Petro, si quieren, pero eso no les da automáticamente derecho a gobernar.
Para eso tendrán que convencer al país de que tienen propuestas claras, viables y justas para mejorar la vida de todos, no solo la de los mismos de siempre.