
En un escenario político marcado por la polarización y el choque de proyectos de país, tres partidos que conforman la oposición más irracional al gobierno de Gustavo Petro han anunciado una nueva coalición: Ahora Colombia.
Esta alianza entre Mira, Nuevo Liberalismo y Dignidad y Compromiso se plantea como un frente común para enfrentar las elecciones al Congreso en 2026.
Según Sergio Fajardo, uno de sus principales voceros, “nos une lo esencial: la lucha contra la corrupción, construir un país sin violencia y derrotar la polarización”.
Sin embargo, al revisar el contexto, los intereses y el historial de estos partidos, la frase que mejor describe esta unión es: se unió el hambre con la necesidad.
Sergio Fajardo, el eterno candidato presidencial que nunca ha ganado una elección nacional, lidera esta nueva coalición con una retórica que muchos consideran vacía y oportunista.
Él mismo lo admite entre líneas al declarar
“Pensamos diferente en algunos puntos, de eso no tengan la menor duda (…) No hay ninguna obligación respecto a candidaturas presidenciales, nos estamos uniendo hoy para presentar unas listas al Congreso.”
Lo que deja claro que no existen principios comunes ni un proyecto ideológico cohesionado, sino un cálculo electoral para captar votos y lograr representación legislativa.
Una estrategia muy parecida a la vieja “operación avispa” del Partido Liberal, donde múltiples caciques regionales se unían con el único objetivo de lograr curules y mantener cuotas de poder.
El perfil de los partidos que integran esta alianza deja ver aún más su incoherencia.
El Mira, un partido cristiano de derecha, ha estado tradicionalmente alejado de posturas progresistas. Su fundación ha estado salpicada por escándalos, como los relacionados con la familia Piraquive y la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional, acusada de amasar fortunas mediante diezmos de personas humildes, mientras sus líderes exhiben lujos y poder político.
Por su parte, el Nuevo Liberalismo, partido que enarbola el legado del asesinado líder Luis Carlos Galán, ha demostrado una grave contradicción con su origen democrático al aliarse con sectores conservadores para frenar las reformas sociales del gobierno Petro.
En lugar de mantener una postura de centro independiente, ha optado por alinearse con la derecha tradicional para detener propuestas como la reforma a la salud, que busca terminar con el negocio de las EPS; la reforma pensional, que busca garantizar una vejez digna a millones; y la reforma laboral, que defiende derechos perdidos de los trabajadores.
El odio de Robledo
Dignidad y Compromiso, liderado por Jorge Robledo, completa esta tríada. Robledo, que alguna vez fue referente de la izquierda crítica, hoy es percibido como un político consumido por su animadversión personal hacia Petro, hasta el punto de perder relevancia e identidad ideológica.
Esta alianza con Fajardo –otro político cuya marca ha sido el camuflaje ideológico y la creación constante de movimientos de papel– no hace más que confirmar una estrategia desesperada por mantener vigencia política, sin una propuesta clara de país.
Opositores a las reformas sociales
Mientras tanto, los tres partidos han sido firmes opositores a todas las reformas de carácter social impulsadas por el gobierno del Pacto Histórico.
No han ofrecido propuestas viables ni alternativas, sino simplemente el “no” por sistema. Su accionar político ha sido reactivo, más orientado a conservar privilegios y estructuras que a construir un país más justo.
Paradójicamente, esta alianza pretende erigirse como la esperanza de Colombia, cuando representa más bien la defensa del statu quo, el oportunismo disfrazado de pluralismo, y el rechazo sistemático a los cambios estructurales que requiere la sociedad colombiana.
Lejos de ofrecer una alternativa seria o coherente, esta unión de intereses particulares parece confirmar que lo único que realmente los une es el miedo a perder el poder y el privilegio que históricamente han defendido.