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Atentado al senador Miguel Uribe: Detalles confusos, dudas sin resolver y un evidente uso político del caso

En este contexto, y solo en este contexto, la recuperación de Uribe, celebrada públicamente por su familia, parece sumarse a una narrativa cuidadosamente construida para presentar el caso como un milagro y fortalecer una imagen de liderazgo fuerte y resiliente.

El atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay ha dejado más preguntas que respuestas. A trece días del hecho, mientras el país sigue conmocionado por el ataque, también crecen los cuestionamientos sobre la narrativa oficial, la opacidad en la investigación y el uso mediático y político del caso.

La situación ha despertado escepticismo en diversos sectores, tanto por los elementos contradictorios del caso como por el oportuno aprovechamiento de la tragedia en medio de un ambiente preelectoral.

Desde el primer día se informó que un menor de edad fue el autor material del atentado.

Sin embargo, han surgido inconsistencias graves. Por ejemplo, si el joven sicario disparó a la cabeza del senador, provocando su caída inmediata,

¿Quién disparó al muslo?

¿Fue otra persona?

¿Hubo más implicados?

La Fiscalía halló doce casquillos correspondientes a dos armas distintas, pero aún no ha aclarado si ambos proyectiles —el del muslo y el de la cabeza— provienen del mismo tipo de arma o si fueron disparados por personas diferentes.

Otra inconsistencia se refiere a la cantidad de impactos en la cabeza.

Inicialmente se habló de una sola herida, ahora, se afirma que fueron dos impactos.

¿A qué se debe este cambio en la versión?

¿Fueron errores de interpretación médica, o hay algo que se busca ocultar?

El acceso prematuro que tuvieron ciertos medios a pruebas confidenciales ha encendido aún más las alarmas. El diario El Nuevo Siglo,  publicó en la red social X una tomografía del cráneo del senador, imagen que luego fue eliminada sin explicación.

¿Cómo la obtuvieron?

¿Quién se las filtró?

¿Por qué eliminarla después?

Tampoco ha sido explicada la difusión de los videos de cámaras de seguridad.

Antes de que la Fiscalía o la Policía hicieran públicas imágenes oficiales, medios como El Tiempo ya tenían grabaciones clave.

¿Quién les proporcionó estos videos?

¿Fueron las cámaras de la Alcaldía, controladas por la administración de Carlos Fernando Galán?

¿Hubo una filtración interesada?

Otro elemento intrigante es la información sobre el menor que ejecutó el atentado.

Datos como su nombre y dirección circularon rápidamente por redes sociales, en una aparente violación a la protección de menores. Luego se reveló que el celular con el que pagó una moto por Nequi no era suyo, sino de alias «el Costeño«.

¿Cómo accedió el menor a esa cuenta?

¿Estaba siendo manipulado o dirigido por otros actores?

Pero quizás lo más desconcertante es el informe reciente de que el arma habría sido modificada.

Según Blu Radio, se trataría de un arma traumática alterada, lo cual ha llevado a muchos —incluido el general (r) Óscar Naranjo— a sugerir que el atentado pudo no haber sido tan letal como se ha presentado.

Esto explicaría el sorprendente giro en la condición de salud del senador, quien hace solo dos días estaba en estado crítico y hoy, según su esposa, se encuentra mejorando «milagrosamente«.

La Fiscalía ha sido criticada por no presentar aún los resultados de balística.

No ha explicado de qué tipo eran los proyectiles que impactaron el cráneo y el muslo, ni a qué arma corresponden los casquillos encontrados.

La única rueda de prensa oficial ocurrió hace diez días, y desde entonces, la información ha llegado a cuentagotas.

Para el activista de redes Gustavo González “Si un familiar candidato sufre un atentado, yo suspendo al estratega político y contrato al mejor estratega médico. En esos momentos, la prioridad no es la narrativa ni la campaña, sino la vida y la recuperación.”

Además dice González: “Un estratega extranjero controla la cuenta de Miguel Uribe, asesora a su esposa desde la clínica, da declaraciones a medios y orquesta la narrativa mientras el candidato lucha por su vida… Muy extraño todo.”

La presencia de Lester Toledo, asesor político de Uribe, ha aumentado las sospechas.

Su cercanía con la campaña de «mano dura» de Bukele y con la esposa del senador, María Claudia Tarazona, apunta a una estrategia comunicacional estructurada, que podría estar utilizando el atentado como herramienta electoral.

En este contexto, y solo en este contexto,  la recuperación de Uribe, celebrada públicamente por su familia, parece sumarse a una narrativa cuidadosamente construida para presentar el caso como un milagro y fortalecer una imagen de liderazgo fuerte y resiliente.

La delgada línea entre la tragedia y el espectáculo político está, una vez más, en el centro del debate nacional.


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Fuente: Esperancita Uribe en X

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