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Denuncian inclusión excesiva de obras de teatro del “primo» del alcalde

Si bien el fomento del teatro puede considerarse una apuesta válida por la cultura, lo que molesta a amplios sectores es la manera en que se está implementando: sin una planificación adecuada, con un enfoque excluyente, y con indicios de favoritismo que minan la confianza pública.

Durante las últimas ediciones del aniversario de la ciudad – hoy llamadas Fiestas del Sol –, han surgido denuncias ciudadanas que apuntan hacia una serie de irregularidades y decisiones controversiales, especialmente relacionadas con la inclusión excesiva de obras de teatro en la programación.

En el centro de esta polémica se encuentra el actor foráneo Jimmy Vásquez, recordado por su participación activa en la campaña del actual alcalde, Jonathan Vásquez, a quien en esa época llamaba primo.

Su presencia constante en los escenarios locales durante las festividades ha generado interrogantes acerca de la legalidad, el costo y la pertinencia de dichas contrataciones.

Lo que para algunos podría interpretarse como un impulso positivo a la cultura, para otros es una clara muestra de favoritismo y de mal manejo de los recursos públicos.

Las críticas no se han hecho esperar, sobre todo considerando que antes de la administración de Jonathan Vásquez, el teatro no tenía un papel protagónico en las celebraciones populares ni formaba parte del ADN cultural de la ciudad.

Mientras festivales tradicionales son relegados a un segundo plano, la súbita explosión de eventos teatrales, con artistas traídos de otras ciudades, ha generado sospechas sobre posibles vínculos personales y contractuales que beneficiarían a círculos cercanos al alcalde.

¿Quienes defienden las obras teatrales?

El argumento de quienes defienden esta estrategia es que el teatro puede convertirse en una poderosa herramienta de transformación social, especialmente entre los jóvenes.

No se puede desconocer el valor educativo, emocional y creativo del arte escénico, ni su capacidad para abrir espacios de expresión en comunidades tradicionalmente alejadas de estas manifestaciones.

Sin embargo, lo que genera inconformidad es la forma y el contexto en que se está promoviendo. No se trata de un esfuerzo sistemático, pensado a largo plazo, sino de una exposición súbita y abrumadora durante unas fiestas que, históricamente, han estado ligadas a otras expresiones culturales más populares y accesibles.

¿Cuál es la molestia?

Lo que realmente ha encendido la chispa de la crítica es la percepción de que las decisiones sobre el enfoque artístico de las Fiestas del Sol responden más a los gustos personales del alcalde Jonathan Vásquez que a una lectura honesta de las necesidades culturales de la población.

Se habla de una transformación de las festividades que deja de lado tradiciones muy queridas por la comunidad, como los festivales del pescado, sancocho, del bollo y del dulce, para dar paso a una agenda marcada por el teatro de salón, monólogos existencialistas y puestas en escena que poco conectan con el sentir popular.

Además, la presencia recurrente de Jimmy Vásquez en los principales eventos ha sido interpretada como un gesto de autoafirmación política disfrazado de gestión cultural.

Se menciona que su participación no solo ha sido excesiva, sino que ha desplazado a artistas locales que tradicionalmente eran parte de estas celebraciones.

Un culto a la personalidad

Todo esto alimenta la idea de que existe un culto a la personalidad alrededor del joven alcalde, quien parecería utilizar las Fiestas del Sol como una vitrina para exaltar su figura y la de su entorno cercano, en lugar de honrar el sentido comunitario y participativo que caracterizaba a estas fechas.

Si bien el fomento del teatro puede considerarse una apuesta válida por la cultura, lo que molesta a amplios sectores es la manera en que se está implementando: sin una planificación adecuada, con un enfoque excluyente, y con indicios de favoritismo que minan la confianza pública.

Las Fiestas del Sol, lejos de unir a la comunidad en una celebración común, se han convertido en motivo de división y controversia, en gran parte por decisiones que parecen más personales que institucionales.


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