Margarita Rosa de Francisco plantea preguntas cruciales sobre el sistema de salud en Colombia y las omisiones en los discursos del exministro de Salud Alejandro Gaviria.
Al interrogar por qué no se aborda el desfalco sistemático y los billones de pesos desviados, resalta un punto fundamental: la narrativa pública de la crisis de salud se ve distorsionada por la omisión de temas clave como la corrupción estructural.
En este contexto, las respuestas del activista Gustavo González González ofrecen una crítica contundente que desentraña las razones detrás de este silencio estratégico.
El enfoque de Gaviria y la narrativa de la crisis estructural
Según González González, Alejandro Gaviria evita referirse al desfalco sistemático en el sistema de salud porque hacerlo socavaría su argumento central de una crisis estructural.
Esta narrativa, que ha sido el eje de muchas de sus intervenciones, se basa en la idea de que el sistema enfrenta problemas técnicos y financieros que requieren reformas moderadas y ajustes presupuestarios. Sin embargo, aceptar que el problema principal es el saqueo de recursos públicos desmontaría esa visión.
Si se reconociera que el sistema no carece de dinero, sino que ha sido desangrado por la corrupción, se abriría una discusión incómoda sobre las verdaderas causas de los problemas.
La responsabilidad no recaería tanto en el diseño técnico del sistema, sino en la gestión corrupta de los recursos por parte de las EPS y sus aliados en los organismos de control.
Esto pondría en tela de juicio la viabilidad del modelo privatizado que ha dominado el sector en las últimas décadas, algo que Gaviria parece evitar deliberadamente.
Mi estimada Rosa Margarita, Alejandro Gaviria no se refiere al desfalco sistemático porque hacerlo derrumbaría completamente su discurso de crisis estructural en el sistema de salud. Reconocer q las EPS han robado billones de pesos implicaría admitir q el problema no es la falta… https://t.co/pbncXawhL3
— GUSTAVO GONZALEZ GONZALEZ (@tavo2366) January 12, 2025
Silencio estratégico y protección de intereses
La omisión no es un simple descuido, sino una estrategia calculada para no incomodar a los sectores que defienden el modelo actual. Según González, Gaviria protege los intereses de quienes han lucrado con el sistema, evitando responsabilizarlos de manera directa.
Hablar del desfalco como un crimen de lesa humanidad implicaría no solo reconocer la magnitud del daño causado, sino también señalar a los responsables y exigir consecuencias legales y políticas.
Este silencio también refuerza la idea de que el problema del sistema de salud se puede solucionar con ajustes técnicos, sin necesidad de una transformación profunda.
Al mantener este enfoque, Gaviria evita enfrentarse a quienes controlan las EPS y otros actores clave, muchos de los cuales tienen poder político y económico.
Así, el discurso se centra en problemas más abstractos como la sostenibilidad financiera, desviando la atención de las causas estructurales de la crisis.
#dondeestálaplata
— @soyliliana (@soyliliana10) January 11, 2025
📌 2 exministros estuvieron al frente del MinSalud durante 10 años tapando la crisis y los actos de corrupción, ahora que todo se sabe, atacan a la Dra @carolinacorcho, quien con argumentos, datos y cifras, evidenció la perdida de los recursos públicos. pic.twitter.com/T69e83exTm
El saqueo como crimen de lesa humanidad
La referencia al desfalco como un crimen de lesa humanidad es especialmente significativa, ya que subraya las consecuencias humanas de la corrupción en el sistema de salud.
Los billones de pesos robados no solo representan un desfalco económico, sino también la negación de servicios esenciales para millones de colombianos.
Cada peso desviado significa tratamientos no realizados, medicamentos inaccesibles y vidas perdidas por negligencia deliberada.
González recalca que abordar este crimen debería ser el eje central de cualquier debate sobre la salud en Colombia.
Sin embargo, la falta de voluntad para enfrentarlo refleja prioridades políticas que privilegian la protección de ciertos intereses sobre el bienestar de la población.
Esta omisión es, en sí misma, una forma de perpetuar el daño, ya que permite que la corrupción siga operando sin mayores consecuencias.
La necesidad de un cambio en el discurso
La crítica de González pone de relieve la necesidad de un cambio profundo en el enfoque de los líderes y expertos en salud pública.
Ignorar el saqueo no solo perpetúa la injusticia, sino que también obstaculiza cualquier intento real de reforma. Para avanzar, es imprescindible que las discusiones sobre el sistema de salud incluyan un reconocimiento honesto de los problemas de corrupción y desfalco, así como medidas concretas para enfrentarlos.
Las preguntas de Margarita Rosa de Francisco y las respuestas de Gustavo González abren un debate esencial sobre la salud en Colombia.
El silencio sobre el desfalco no es solo una omisión estratégica, sino un reflejo de las prioridades políticas que han permitido la continuidad de un modelo insostenible y corrupto.
Si se busca una solución real, es necesario que el discurso público deje de lado las narrativas cómodas y enfrente las causas reales de la crisis, comenzando por el reconocimiento de que el saqueo sistemático es un crimen que no puede seguir siendo ignorado.
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