Gustavo Petro propone la justicia social y el desarrollo como la forma más efectiva de acabar con la violencia. Todos debemos hacer lo posible para ayudar en esta causa porque es crucial que le vaya bien.
Durante décadas, Colombia ha sido escenario de una violenta confrontación entre el Estado y diversas guerrillas insurgentes, en particular el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las antiguas FARC.
Los gobiernos anteriores, bajo la presión de una guerra que parecía interminable, recurrieron a políticas contrainsurgentes duras que incluyeron tácticas represivas como el asesinato selectivo, el desplazamiento forzado de comunidades, y la criminalización de sectores de la sociedad civil.
La «guerra sucia», como algunos la denominan, se cobró miles de vidas inocentes y desplazó a millones de personas, sumiendo a amplias zonas del país en el caos y la pobreza.
Las zonas rurales, en particular, fueron el epicentro de esta violencia, con campesinos y comunidades indígenas atrapadas en el fuego cruzado entre insurgentes, paramilitares y fuerzas del Estado.
A pesar de que estas tácticas contrainsurgentes lograron ciertos éxitos a corto plazo, como la disminución de la capacidad militar de las guerrillas, no lograron erradicar las causas profundas de la insurgencia.
La pobreza extrema, la falta de acceso a servicios básicos, la desigualdad, la exclusión social y la falta de oportunidades continuaron alimentando el conflicto. La guerra perpetuó el ciclo de violencia, y las respuestas violentas del Estado a menudo sólo exacerban el resentimiento en las regiones más afectadas.
Después de años de utilizar una técnicas contrainsurgentes basada en el asesinato, desplazamiento y exterminio de la población civil, el gobierno del presidente @petrogustavo se apresta a iniciar una nueva era utilizando la justicia social y el desarrollo como la forma mas…
— Carlos Gaviria (@negrogaviria) October 14, 2024
La llegada de Gustavo Petro a la presidencia de Colombia en 2022 marcó un giro en la política del país.
Petro ha defendido durante mucho tiempo la necesidad de abordar el conflicto armado desde una perspectiva distinta, donde no solo opere la represión militar.
Su enfoque está centrado en atacar las raíces sociales y económicas que han perpetuado la violencia, utilizando la justicia social y el desarrollo como herramientas clave para construir una paz duradera.
El gobierno de Petro ha propuesto una serie de reformas estructurales que buscan transformar la realidad de las comunidades más afectadas por el conflicto. Entre sus propuestas se incluyen la reforma agraria, que busca redistribuir tierras improductivas y garantizar el acceso de los campesinos a la tierra, y el fortalecimiento de la educación y la salud en zonas rurales.
Además, Petro ha apostado por un enfoque de «Paz Total», que incluye el diálogo con los grupos armados que aún persisten, así como con las bandas criminales que controlan territorios y rutas de narcotráfico.
Uno de los principios fundamentales de la estrategia de Petro es que la violencia no puede combatirse exclusivamente con más violencia.
La inversión en desarrollo económico, la garantía de derechos fundamentales y el fortalecimiento de la democracia en las regiones olvidadas del país son vistos como los elementos centrales para debilitar las bases sociales de la insurgencia.
En este sentido, la justicia social no es sólo un imperativo ético, sino una herramienta estratégica para romper el ciclo de violencia que ha marcado a Colombia durante tanto tiempo.
El uribismo y el cartel con el que gobernó le mintieron a Colombia: vendieron la seguridad democrática como la fórmula perfecta con la que “recuperaron” al país. La única forma de recuperar el país es esta🔽
— Santiago Osorio M. (@osoriosantiago) October 15, 2024
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Este enfoque enfrenta muchos desafíos.
Las estructuras políticas y económicas tradicionales, acostumbradas a operar bajo la lógica de la represión, se resisten al cambio. Además, hay sectores de la sociedad colombiana que aún ven en las soluciones militaristas la única vía para combatir la insurgencia.
El éxito de esta nueva política requiere un amplio respaldo social, político e institucional. No será fácil implementar las reformas propuestas en un país donde los intereses de las élites económicas y políticas han estado históricamente alineados con una estrategia de guerra.
Es aquí donde el papel de la sociedad civil se vuelve crucial. Todos los colombianos, independientemente de su afiliación política o creencias, deben apoyar los esfuerzos del gobierno para construir una paz duradera.
Esto no significa renunciar a la crítica o al debate, sino más bien reconocer que el éxito de estas iniciativas es clave para el futuro del país. Si Colombia no logra superar las causas profundas de la violencia, el conflicto continuará perpetuándose, y las futuras generaciones seguirán sufriendo las consecuencias de la guerra.
La orden de tomar el Plateado es mía. Consideré que era fundamental, dada la negativa del EM de conciliar un proceso de sustitucion de cultivos ilícitos y liberación de las poblaciones del cañón del Micay.
— Gustavo Petro (@petrogustavo) October 14, 2024
Mi tesis de seguridad es que se debe golpear las economías ilícitas y al… https://t.co/C6PfHj9wuu
La propuesta de Gustavo Petro abre una ventana de oportunidad histórica.
La paz, la justicia social y el desarrollo no solo son las mejores herramientas para combatir la insurgencia, sino también para construir un país más equitativo y justo.
Todos debemos contribuir a este propósito, ya sea a través del apoyo a las políticas de paz, el fortalecimiento de las instituciones democráticas o el trabajo directo en las comunidades más afectadas. Es fundamental que esta nueva era en la lucha contra la insurgencia tenga éxito, ya que de ello depende el futuro de Colombia como una nación en paz.
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