Con una demostración de poder y ostentación, el polémico candidato Jonathan Vásquez —después de más de 8 meses de campaña— por fin decidió realizar el lanzamiento.
La concentración política en el barrio Las Granjas de Barrancabermeja —uno de los sectores con la economía más deprimida de la ciudad— se vio engalanada con la llegada de 50 buses provenientes de todos los rincones de la ciudad, con su militancia toda completamente uniformada con camisetas, gorras y abanicos y muchos niños y adultos mayores dentro del público asistente.
Con un escenario que más parecía el de una «campaña a la presidencia» —por la ostentación en la decoración con pantallas gigantes, orquestas, grupos vallenatos, pasacalles, miles de «globos naranjas», un gran sonido y una tarima abarrotada de gente— confirmó en Barrancabermeja la similitud de esta campaña con la del Mello Castro, el otro pupilo del Clan Gnecco, pero este en Valledupar.
La hora del discurso
Después de varias horas de completa rumba, llegó el tan esperado discurso —que según el mismo Jonathan Vásquez— “recogía el conocimiento adquirido después de 5 años de recorrer todos los rincones de la ciudad».
De acuerdo con analistas consultados por este medio, la decepción no pudo ser peor, algunos contradictores dijeron que «si ese era el producto después de recorrer la ciudad regalando ladrillos en busca de apoyo, no se podía esperar más» comentaron.
Con la etiqueta de «cambio y renovación» y un auditorio con muchos niños y adultos mayores totalmente distraído en la mayoría del tiempo en que transcurrió el discurso, Jonathan Vásquez prácticamente repitió lo mismo de su antecesor, Darío Echeverri hace 4 años, «que quería ser recordado como el alcalde que más becas ofreciera en su mandato».
Como una «gran novedad y cambio”, Jonathan Vásquez ofreció más PAE, arreglar los puestos de salud y todos los colegios. Pero quizás lo más curioso de las propuestas del controvertido candidato es que ofrece cosas que no son competencia directa del gobierno local, —algunas, incluso, son cosas directamente de responsabilidad del sector privado— como reducir las gastos de los recibos de luz, patrocinar panales solares a comerciantes (muchos suponen que a los aportantes de su campaña) y una vez mas «construir un terminal de transporte», tema ampliamente debatido donde son los trasportadores los que deben construir ese terminal.
La problemática de la vivienda que sufre la ciudad, la redujo a «entregar más ladrillos cuando sea alcalde», porque según él «los corruptos no lo dejaron en la campaña».
Pero cuando se creía que no podía estar peor, la inexperiencia y el aparente desconocimiento de lo público que presenta el polémico candidato supera las expectativas de los presentes, ofreciendo tablets para los ciudadanos de la tercera edad o adultos mayores para que, entre otras cosas, «lo defiendan en redes sociales», incurriendo, según expertos, en un abierto constreñimiento electoral con sus electores.
Según algunos analistas consultados por este medio de comunicación, «el candidato en su discurso no dice realmente de dónde va a sacar el dinero con el que va a ejecutar las obras», aunque en otros escenarios ha manifestado que «confía en el senador José Alfredo Gnecco para que le ayude a gestionar recursos a nivel nacional».
Al final, Jonathan Vásquez sorprendió a todos los presentes con una reflexión solo digna de su propio creador y hoy candidato a la gobernación de Santander, al decirle a toda su militancia que «los cívicos somos Buenos».
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