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¿Jerarcas de la iglesia metiéndose en las cobijas de los ciudadanos?

Por: Manuel Velandia Mora.

Si fuera por la jerarquía de la iglesia católica, la tierra sería todavía plana, la inquisición estaría vigente, la medicina se seguiría considerando brujería, las mujeres sólo servirían para hacer oficios en la casa y por supuesto que no existiría la planificación familiar. Las posturas ultraconservadoras de los jerarcas de la iglesia no sólo son anacrónicas, sino que sus líderes usan irresponsablemente su capacidad de mover la opinión pública para «crucificar» a los que no piensan como ellos.

 
El «cristianocentrismo» y más específicamente es «catolicocentrismo» atentan contra la ciudadanía plena. Se han especializado en discursos de intolerancia basados en prejuicios sustentados en textos religiosos propios de otros tiempos, otras sociedades, otras culturas y otras necesidades. No es este un hecho reciente, ya pasaba hace algunos siglos cuando reyes y Papas se confabulaban para asesinar a los líderes políticos cuyos intereses no les eran atractivos.

Desde esa época «los otros» son los bárbaros. Desde la antigüedad el término «bárbaro», barbarie y barbaridad se ha utilizado para referirse al «otro» y al comportamiento de «los otros»: los diferentes a nosotros. Esa diferencia es el germen de la exclusión, el racismo, la xenofobia, el sexismo y la LGTBfobia.

Somos más cultos entre más aceptemos al otro como un auténtico otro. Es decir, no al otro como «enfermo», «raro», «anormal», a alguien por quien hay que «orar» para que se mejore hacia lo que consideramos desde nuestra religión es el «deber ser», porque ello implica una no aceptación.

En medio de toda esta exclusión social están las declaraciones recientes del episcopado, que por supuesto se oponen, al más reciente fallo de la Corte Constitucional de Colombia que reconoce como familia a las parejas del mismo sexo.

La actual tendencia que se palpa en los países en los que existe el matrimonio católico es que cada vez hay más parejas que se casan por los Juzgados Civiles que por la misma Iglesia; cada día se incrementa el número de divorcios y, en consecuencia, también crece la cantidad de núcleos familiares monoparentales, es decir, aquellas en las que una mujer (soltera o no) o un hombre solo o las que son dirigidas por una madre separada o por un padre en similar condición, las cuales ahora abiertamente se suman a las constituidas por un hombre homosexual o una mujer lesbiana y sus hijos biológicos o adoptados.

La iglesia católica tiene graves problemas en la definición de que para ella es una familia, creyendo de manera romántica y anticuada que sólo son constituidas por un hombre y una mujer (crucificando de paso a las madres solteras, a los viudos, etc).

Además, distingue entre aquellas con la bendición eclesial y aquellas uniones que se constituyen bajo otras circunstancias. Tal vez por ello a muchos no les sorprende su actitud ante el reciente y trascendental fallo de la Corte Constitucional en el que se le ordenó a los Fondos de Pensiones que las parejas homosexuales también constituyen familia y que, por lo tanto, violan y atentan contra la Constitución Política de 1991.

Algo que me queda perfectamente claro es que si el comportamiento de estos padres gay incidiera en que los niños se pudiesen volver también gay cuando crezcan, entonces yo sería heterosexual porque la aplastante mayoría de gays venimos de hogares conformados por papá y mamá heterosexuales.

La iglesia católica ha dicho que «con los homosexuales no tenemos problemas, son hijos nuestros, son parte de la Iglesia, tienen dignidad y son colombianos con derechos y deberes. Incluso dice que «si quieren vivir juntos que vivan, que hereden su salud y derechos patrimoniales». Pero claro, han olvidado los jerarcas de la iglesia decir que también hemos sido sus parejas sexuales.

CONCLUSION: Así como Juan Pablo II debió pedir perdón a los judíos en el Muro de los Lamentos por guardar silencio ante el holocausto Nazi en los tiempos del Papa Pio 12, con toda seguridad en el futuro, la iglesia católica tendrá que pedir perdón por tratarnos, a nosotros los homosexuales, como ciudadanos de tercera y como pervertidos.

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MANUEL VELANDIA MORA, es sociólogo, filósofo y docente universitario es cofundador del Movimiento Homosexual Colombiano, defensor de los derechos humanos y sexuales e investigador. Puede ser contactado en el correo electrónico: bha75@hotmail.com
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