Una delicada situación de orden público se viene presentando en las últimas horas en la ciudad de Barrancabermeja en donde se adelanta desde hace una semana un paro en protesta contra la política laboral de enganche de mano de obra local que viene llevando a cabo Ecopetrol. Los enfrentamientos que se presentaron en las últimas horas dejan al menos 10 personas detenidas que serán judicializadas por alteración del orden público. Los manifestantes exigen contratación de la mano de obra local por parte de Ecopetrol y el mejoramiento de los servicios públicos. Las protestas se presentan en el corregimiento El Centro, jurisdicción de Barrancabermeja, donde los manifestantes han detenido la producción de al menos 100 pozos petroleros.
En la semana del paro cívico laboral unos 2 .524 trabajadores, de los 3. 134 que operan en el área no han podido ingresar a sus sitios de trabajo, lo que ha afectado la producción de 76 contratos de los 97 que la compañía desarrolla en el corregimiento El Centro.
Los hechos originados en el corregimiento El Centro merecieron una nota editorial del periódico El Frente dirigido por el periodista Rafael Serrano Prada quien se solidarizó con la comunidad que exige más participación de la mano de obra barranqueña en los proyectos de exploración petrolera.
Editorial del periódico El Frente (Director, Rafael Serrano Prada).
Los habitantes del corregimiento de El Centro, jurisdicción municipal de Barrancabermeja, — en cuyo territorio funcionan los campos petroleros de la Cira Infantas, epicentro de la gran riqueza nacional – promueven un paro general para exigir a la Empresa Colombiana de Petróleos y a las compañías concesionarias que operan en la zona, mayor respeto por su derecho al trabajo, que es norma constitucional de aplicación universal para los ciudadanos nacidos ó nacionalizados en Colombia.
En El Centro se desarrolla una tenaz persecución contra colonos y trabajadores que hicieron florecer los campos y proteger las fuentes hídricas; que descuajaron el monte y abrieron paso a la civilización; junto a los pozos petroleros que explotan compañías nacionales y extranjeras bajo la égida de Ecopetrol. En sus alrededores se levantan torres y machines, que golpean con sus martillos el corazón de la tierra, para extraer los hidrocarburos, que se refinan en Barrancabermeja y que garantizan el normal abastecimiento de combustibles para nuestro país.
Pero como en la novela «Siervos sin tierra», de Eduardo Caballero Calderón, basada en una historia de los aparceros de la provincia de García Rovira, sobre territorios dominados por señores feudales, que a la vieja usanza esclavizan a sus colonos, en los campos petroleros de El Centro, los campesinos y trabajadores son tratados como invasores de un territorio que les pertenece a todos los colombianos y santandereanos, pero especialmente a campesinos y trabajadores rasos, porque es un pedazo de la patria misma, donde floreció desde 1918 la industria petrolera del país.
Según la versión de los promotores del paro general que se pretende realizar en la zona petrolera de El Centro, en Barrancabermeja, existe una persecución laboral aberrante, patrocinada por la Empresa Colombiana de Petróleos y por las compañías extranjeras que administran algunas concesiones, mucho peor que lo ocurrido en Campo Rubiales, donde los dueños de la riqueza, que son sus habitantes, tienen que vivir a pies descalzos, dormir a la intemperie, negarse su derecho a la modernidad, al uso del agua y del gas natural que se explotan en la zona, mientras por sus narices desfila la riqueza petrolera, que les han arrebatado a buena cuenta del centralismo gubernamental, que eliminó recientemente y de un plumazo el sistema de regalías petroleras y participación de hidrocarburos.
Los habitantes de El Centro no tienen derecho a la prosperidad, a pesar de que el petróleo fluye dentro de su territorio, de los campos de La Cira Infantas, desde hace noventa y cuatro años. La promesa de respetar el derecho de sus habitantes al trabajo de rocería y mantenimiento de las redes internas de la industria petrolera, al uso del agua y del gas para sus labores domésticas, ha sido una mentira. Porque estos «Siervos sin tierra», son tratados como invasores en la propia tierra donde nacieron sus padres, sus abuelos y sus hijos.
De paso, la fuerza pública enviada a la región para enfrentar a los amotinados, realizó capturas arbitrarias y adelantó procedimientos que solamente corresponden a un régimen dictatorial. La captura de unos comerciantes que habitan en la región, por supuesta complicidad con los rebeldes, aumentó la reacción popular, circunstancia que amerita una reflexión en los mas altos niveles de la dirección ejecutiva de Ecopetrol y del gobierno.
Los sucesos de los últimos días pueden convertirse en el detonante de un movimiento de inconformidad contra la empresa, con graves consecuencias para el orden público y la paz social.