(Informe Especial)
Pena debería darnos a los barranqueños por admitir el ultraje de los usufructuarios de la concesión vial de Barrancabermeja a Bucaramanga, que mantiene paralizada la construcción del nuevo «Puente de la Paz», en el mismo sitio donde se construye la hidroeléctrica del Río Sogamoso. El recaudo de los peajes en «Tienda Nueva» y «Palonegro» se ha multiplicado por el número de vehículos que transitan esa ruta. Sin embargo, en la zona de influencia de la nueva hidroeléctrica, repetimos, da pena atravesar las zonas de riesgo que también se han multiplicado.
Produce indignación, igualmente, que en la zona donde se produjo el coluvión que paralizó las comunicaciones terrestres entre las dos principales ciudades de Santander, (Barrancabermeja y Bucaramanga), siga existiendo un camino de herradura, con el pavimento destrozado y con accidentes permanentes como los que se han producido en los últimos días. Hace un par de días, no más, se salieron de la carretera varios vehículos en un lugar cercano a los túneles construidos por Isagen, sólo porque desaparecieron las señales de alarma.
Para el departamento de Santander no existe el Ministerio del Transporte ó sus representantes son personas pusilánimes que les da pena reclamar por los derechos de su región. Se pensaba que con el nombramiento de una mujer en esa cartera mejoraría la vigilancia sobre el trabajo de las concesiones viales, pero ha sido todo lo contrario. Estamos peor que cuando comenzó el actual gobierno.
La clase dirigente de Santander, se ha olvidado de la gravísima situación de la malla vial externa, cuyo mantenimiento corresponde a la nación.
Si miramos hacia la provincia de García Rovira, la promesa presidencial de pavimentar la carretera a Málaga, ha sido un engaño.
Si observamos qué está pasando en la carretera Barrancabermeja a Bucaramanga, la nación se olvidó de Santander.
A la clase dirigente regional le falta imaginación. El departamento de Santander tiene 14 parlamentarios, entre ellos 7 senadores y 7 representantes a la cámara, preocupados mas por su próxima reelección que por los problemas del departamento.
Al gobernador lo dejaron solo reclamando por el recorte de las regalías petroleras, que ahora pertenecen al poder discrecional del presidente Juan Manuel Santos.
Al departamento de Santander le quitaron un recurso fiscal que le corresponde a las regiones productoras de hidrocarburos y solamente un parlamentario de la región se opuso a esa determinación.
El departamento perdió ingresos fiscales por $ 200.000 millones de pesos anuales, lo cual constituye una enorme tronera a las finanzas regionales.
Si seguimos en esta inercia que marca indiferencia por las cosas grandes del departamento de Santander, en poco tiempo el departamento perderá toda la influencia en los niveles superiores de la administración central.
A todas éstas, no entendemos las razones por las cuales el oriente colombiano carece de representación en el gabinete ministerial.
No hay actualmente en el gabinete del presidente, Juan Manuel Santos, un representante de Santander.
La paralización de las obras del «Puente de la Paz», que acusa cinco años de retraso en la carretera Barrancabermeja a Bucaramanga, produce vergüenza.
Por ahí pasan los parlamentarios y diputados que piden votos de las gentes del Magdalena Medio, pero nadie replica por el estado de abandono de la carretera.
Ni siquiera han sido escuchados los directivos de Isagen, que construyen desde hace cuatro años la segunda central hidroeléctrica más importante de Colombia. Allí se invierten 4 billones de pesos, pero la carretera sigue siendo un camino de herradura.
Hagamos algo para que nuestros reclamos sean escuchados en el Palacio de Nariño.
¿Será que no existe una falta de liderazgo en Barrancabermeja y la región?
