(Informe Especial)
Algo está pasando con nuestra clase dirigente y política del país. No puede ser normal en el país, ni en ninguna parte, que todavía faltando seis meses para terminar el período para el cual fueron elegidos los mandatarios locales y regionales, el 35 % de estos funcionarios ya haya recibido de las autoridades judiciales algún tipo de sanción disciplinaria y otro 5 % haya sido condenado por diferentes delitos.
En cifras, esto quiere decir que entre el primero de enero del 2008 y el 31 de julio pasado, 53 mandatarios, entre locales y regionales, fueron condenados por las autoridades judiciales por graves irregularidades en el ejercicio de sus cargos, y 342 más recibieron algún tipo de sanción disciplinaria por razones diversas.
De este último grupo, según la Misión de Observación Electoral (MOE), 110 mandatarios fueron destituidos de sus puestos e inhabilitados para ejercer cargos públicos por algún tiempo; 123 más fueron suspendidos; y otros 109 fueron objeto de una inhabilidad especial que contempla la ley.
O los colombianos nos estamos equivocando en la escogencia de las personas a quienes les entregamos la responsabilidad de manejar nuestros municipios o departamentos, o estos ciudadanos una vez elegidos están echando por la borda sus principios y olvidando sus compromisos con los electores y con sus comunidades, y se dedican a gobernar pensando solo en sus propios intereses políticos o personales. Que para el efecto es exactamente lo mismo.
Pero no es posible que de algo más de 1.100 personas que elige el país en los comicios regionales y locales, cerca de 400 resulten a los pocos días o semanas con problemas graves con la justicia y muchos de ellos destituidos de sus cargos e inhabilitados para volver a ejercer puestos públicos. Esto sin hablar de los que elegimos como concejales y diputados en donde este fenómeno de falta de ética y de corrupción es mucho más común y acentuado.
Por todo esto es que es tan importante mirar con lupa las distintas opciones que nos están presentando los partidos y las personas que se inscriben con el respaldo de los ciudadanos comunes, y escoger al mejor de ellos, que su trayectoria privada y pública nos brinde mayor tranquilidad y al que creamos sea garantía de buen manejo del municipio o del departamento, de transparencia administrativa y de respeto por la ley y normas existentes.
Por ese es por quien debemos votar.
En definitivas, hoy más que nunca en Barrancabermeja debemos estar alertas, con la lupa bien puesta en el ojo.
